Donde funcionó el Ingenio Santa Lucía fue señalizado como ex Centro Clandestino de Detención (CCD) y se realizó en virtud del cumplimiento de la ley 26.691 que declara sitios de memoria a los lugares donde torturaron, interrogaron, violaron, mantuvieron detenidas ilegalmente y eventualmente asesinar a personas, ocurrido desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983.
El acto fue presidido por Ariel Gomplewicz, director nacional de Sitios de Memoria; la secretaria provincial de Derechos Humanos, Érica Brunotto; el Defensor del Pueblo, Fernando Juri Debo, la representante de la Comisión por la Memoria del Sur Tucumano, Graciela Cortez; la Asociación por la memoria la verdad y la justicia de Santiago del Estero; integrantes de la Biblioteca Popular de Santa Lucía y vecinos de la comuna.
La iniciativa fue congeniada por Derechos Humanos de la Provincia, la Defensoría del Pueblo, la Red Federal de Sitios de Memoria y la comunidad.
Los habitantes de Santa Lucía fueron testigos directos de un escenario inevitable de la historia de Tucumán y de Argentina durante la “época de plomo” en la década de los años 70, donde el pueblo mismo fue rehén de una gran Base Militar.
Este lugar formó parte del circuito represivo, integrado por otras bases militares que funcionaron también como centros clandestinos en los ingenios Lules, La Fronterita, Nueva Baviera y a la finca cañera de Caspinchango.
“La represión sufrida por las personas detenidas y por la población en general dejó huellas indelebles transgeneracionales en Santa Lucía y en el sur tucumano”, explicaron desde la repartición gubernamental.
En ese sentido, agradecieron la participación y compromiso de la comisión por la memoria del sur tucumano, la biblioteca popular, el delegado comunal, Juan Norry, y la comunidad toda de Santa Lucia, “que mantienen vivos los pilares de memoria, verdad y justicia”. La localidad de Santa Lucía está ubicada en el Departamento Monteros, a unos 50 kilómetros al sur de San Miguel de Tucumán.
LOS NUMEROS DE LA DICTADURA
- 600
Fueron, por lo menos, los Centros Clandestinos de Detención y exterminio que funcionaron durante la última dictadura cívico militar
- 23
De esos centros clandestinos fueron reconvertidos en Espacios para la Memoria
- 4
Centros clandestinos de detención, por lo menos, fueron “sedes” del Plan Cóndor en el país
- 500
Son los hijos e hijas de detenidos-desaparecidos que fueron apropiados por las fuerzas militares durante la última dictadura cívico-militar.
- 198
Niños y niñas nacieron en cautiverio y fueron separados de sus madres en las maternidades clandestinas de la ex-Esma, el Pozo de Banfield, Campo de Mayo y de otros centros de detención de la dictadura cívico-militar.
- 124
Son los nietos y nietas que recuperaron su identidad gracias al trabajo primordial de Abuelas de Plaza de Mayo, acompañadas desde la última década por el Estado
- 175
Causas por crímenes de lesa humanidad llegaron a juicio y culminaron con sentencias durante la última década.
- 11
Años hace que Jorge Julio López permanece desaparecido. Sobrevivió a la última dictadura y fue uno de los testigos principales del primer juicio por delitos de lesa humanidad que se llevó a cabo en el país tras la caída de las leyes de impunidad. El principal acusado en esa causa era Miguel Etchecolatz, que fue condenado.
- 2780
Militares, policías y civiles fueron o están siendo investigados por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar argentina.
- 30.000
Son las víctimas de la desaparición forzada, una de las líneas del plan sistemático (otras fueron el robo de bebés, las torturas bestiales, los fusilamientos, el robo de bienes y el sometimiento durante años al control de las fuerzas) implementado por el Estado terrorista que gobernó a la Argentina entre 1976 y 1983.
Historia
El 7 de febrero de 1975 la fuerza de tareas “Aconquija” del Ejército estableció la base en el ex ingenio Santa Lucía, cerrado durante la dictadura de Onganía en 1966.
El CCD funcionó en “el chalet”, en la casa del administrador. Al fondo de la edificación estaba el salón por el que se ingresaba a un sótano, donde permanecían y eran torturados los detenidos.
Este lugar formó parte del circuito represivo, integrado por otras bases militares que funcionaron también como centros clandestinos en los ingenios Lules, Fronterita, Nueva Baviera y la finca cañera de Caspinchango.