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jueves, marzo 28, 2024
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JULIO MARTEL, un gran cantor con una sonrisa galana

Este buen cantor de tango había nacido un 14 de mayo de 1923, Baigorrita, una localidad muy cercana a Junín, al noroeste de la provincia de Buenos Aires, bajo el nombre de Julio Pedro Harispe. Es el tercero de seis hermanos, sólo uno de ellos sería también cantor, Raúl Oscar más conocido por su seudónimo Lalo Martel.

En 1928 la familia Harispe se traslada a la ciudad de Caseros, pegada a Buenos Aires. Su padre era el responsable del mercado local y, a la madrugada, con un carrito que tiraba Julio, cargaban los corderos que se mandaban al matadero de San Martín

A los 16 años comenzó a cumplir sus sueños de cantor de barrio, esos que pululaban en casi todos los cafés porteños, y actuó en un cine de Munro, donde se habían mudado, con dos guitarristas.

Aún menor de edad, su madre le autorizó con su firma a actuar en la orquesta típica de Juan Giordano. Cumplió sus flamantes 18 años encaramado al escenario del otrora Hotel Hurlingham de Mar del Plata y el City Hotel del centro de Buenos Aires.

En 1936 se mudan a la localidad de Munro y Julio comienza a cantar. Aparece en un programa del viejo Teatro Magazine, del 18 de agosto de 1939, donde figura como cantor nacional con su nombre real, acompañado por las guitarras de Hernádez y Vega. Con letras más destacadas, figura en programa del Cine Atalaya, en el del Salón Azul y en otros concurridos lugares de esparcimiento del Munro de aquellos años.

Pero su salto mortal lo da dos años más tarde. La celebrada orquesta de Alfredo de Angelis seleccionaba un cantor y se presentó a la prueba entre más de 100 aspirantes. Su voz pequeña, gutural, muy personal y emotiva resulta el complemento ideal para el otro cantor del conjunto: Floreal Ruiz. Su estampa atrayente, la sonrisa galana y el clavel en la solapa llenarán toda una época.

El 23 de a setiembre de 1943, graba su primer disco, el tango “Qué buena es” y, hasta su último registro el 12 de diciembre de 1950, “Tus palabras y la noche”, dejó para la historia 63 tomas solo y 17 a dúo con Carlos Dante.
El éxito acompañó a la orquesta y sus cantores. Actuaron en la Federación de Box, de la calle Castro Barros; en mayo de 1944 debuta en el Dancing Tibidabo e inaugura el Tango Bar. Al año siguiente, en el Club Argentinos Juniors, donde estrenaron “Pregonera” (de Alfredo De Angelis y José Rótulo).

Pero la consagración de Martel junto a Carlos Dante en la orquesta de De Angelis fue, sin duda, cuando en 1946 Oscar Luis Mazza, director de Radio El Mundo, le propone al director un contrato exclusivo en el programa Glostora Tango Club para actuar de lunes a viernes de 20:00 a 20:15 horas, precediendo a la exitosa radio comedia Los Pérez García en su nuevo ciclo.

Fueron muchas las creaciones personales que realizó Martel con De Angelis. Temas que se estrenaban en el Glostora y al día siguiente las cantaba el público o las silbaba por la calle.

Radio El Mundo contrata a la orquesta en 1946 para el Glostora Tango Club, programa que estaría 22 años en el aire patrocinado por un fijador del cabello. De allí saltaron al cancionero popular infinidad de éxitos. El presentador del conjunto, Néstor Rodi, le puso el seudónimo artístico por una copa de coñac Martell, con el que brindaron por su incorporación a la orquesta, solo que le sacaron una l.

Cuando uno cierra los ojos y recuerda el “Glostora Tango Club”, aquel mítico programa de la vieja LR1 Radio El Mundo, no puede menos que emocionarse hasta las lágrimas y darle rienda suelta a los recuerdos. La orquesta de Alfredo De Angelis lideraba esa franja de quince minutos, que precedía a la muy escuchada comedia “Los Pérez García”, con dos emblemáticos cantores: Carlos Dante y el “cuasi juninense” Julio Martel. Lalo Martel, que varios años después también llegaría a ser vocalista del propio De Angelis.

Cuando festejaban su triunfo como dijimos, en una mesita del bar Mi Refugio que estaba al lado de la emisora, el glosista Néstor Rodi, a la vez secretario de la orquesta de De Angelis, pidió un coñac. El mozo le trajo un Martell, que no era otra cosa que la marca, este producto, típicamente francés, todavía se puede conseguir en el mercado; la botella de 700 ml cuesta alrededor de siete mil pesos y Rodi le dijo al cantor: «Así te vas a llamar desde ahora».

Debutó en el Café Marzotto cantando No creas, pero lo esperaba el espaldarazo total con la incorporación de Carlos Dante, que reemplazó a Ruiz. Juntos constituyeron el binomio más celebrado del tango, con sus voces complementarias. Su metro ochenta y cinco y la pinta ganadora lo llevaron a protagonizar la película El ídolo del tango. 

Fue, junto a Carlos Dante, la otra voz emblemática de la orquesta de Alfredo De Angelis. Él fue el barítono, de voz varonil y fraseo delicado, con estampa de galán y dueño de una singular bonhomía. Sus versiones de “Pregonera”, “Pastora” y “Remolino”, a dúo con Dante, son inolvidables. 

Para algunos, el mejor cantor de orquesta que dio el tango, aunque otros grandes vocalistas, como Floreal Ruiz o Roberto Goyeneche, le disputen en las discusiones de los sabedores de tango ese cetro. De clara estirpe gardeliana, registro de barítono y timbre firme y dulzón, su apogeo coincidió exactamente con la época de mayor auge del tango: desde su ingreso a la orquesta de Alfredo De Angelis en 1943, hasta su retiro, diecisiete años después, como solista.

Convengamos en reconocer algo muy especial. De Angelis no tuvo la jerarquía de Troilo o Pugliese, pero se las arregló para conformar una orquesta honesta, que buscó refugio en el tango tradicional para llegar fácilmente al reconocimiento popular. En los carnavales (verdadero termómetro de la atracción del público), solía arrasar en recaudaciones y en caudal de gente que llevaba. Tampoco fue un improvisado en elegir las voces que lo acompañaron a través de veinticinco años largos de actuación ininterrumpida. A los casos de Dante y Martel, hay que agregarle los de Floreal Ruiz, Oscar Larroca, Roberto Florio, Roberto Mancini y Lalo Martel, que era su hermano.

En septiembre de ese año grabó su primer disco.  Desde entonces hasta diciembre de 1950, fecha de su último registro, dejó 63 grabaciones en solitario y 17 a dúo con Carlos Dante.

Junto con De Angelis incursionó en el cine, cantando a dúo con Dante el tema “Pregonera”, en el film El cantor del pueblo (1948) y a fines de ese año hace de galán en la película El ídolo del tango, junto a la actriz Graciela Lecube. En esa película interpreta tres tangos de Rodolfo Sciammarella: “De igual a igual”, “Comencé jugando” y “No tiene importancia”. Allí, en 1952, graba el tango “Nacional [b]”, de José Puglia y Edgardo Pedroza, dedicado al club de fútbol de esa ciudad.

Y tras ocho inolvidables años en la orquesta De Angelis, se despidió llorando de la misma en 1951 con el tango Por qué te habré conocido.

Al respecto, decía Horacio Ferrer: “Parece demasiado simple atribuir el notable éxito de una orquesta típica sólo a sus cantores, especialmente en un período en el que los grandes vocalistas abundaban y compartían el trabajo en numerosas agrupaciones. Quizá el éxito estuvo en que Alfredo De Angelis no quiso ser guardia viejista ni vanguardista, sino autor e intérprete de su tiempo. Que era, precisamente, un tiempo de transición. Se fortalecía la clase media, las capas sociales más humildes mejoraban su condición y el progreso era algo más que una esperanza. “El Colorado” se acompasaba con tiempos más optimistas y festivos, en los que el romanticismo ocupaba un amplio espacio”.

Néstor Rodi, De Angelis, Julio Martel y Dante

Si bien Carlos Dante llegó a la orquesta en plenitud siendo un consagrado estribillista y muy popular, la calidad técnica de Julio Martel resultó muy superior. El baigorritense fue el barítono, de voz varonil y fraseo delicado, con estampa de galán y dueño de una singular bonhomía. He aquí algunas de sus versiones inolvidables: “Adiós muchachos”, “Buenos Aires de ayer”, “Carro viejo”, “Chorra”, “Esta noche me emborracho”, La novia ausente”, “La vida me engañó”, “Parece un cuento”, “Rendido”, “Rosicler”, Tiene razón amigazo” y “Una carta”. Además, los temas de “Pregonera”, “Pastora” y “Remolino”, a dúo con Dante, son imperdibles para un buen tanguero que se precie de tal.

Siguió cantando y recorriendo triunfalmente América, especialmente Colombia, donde permaneció hasta que se retiró en diciembre de 1959 en la ciudad bonaerense de Luján.  Quedan aquellas noches de verano en el recuerdo, cuando los vecinos sacaban sus sillas a la vereda y comentaban el último tango que acababa de estrenar la orquesta de Alfredo de Angelis y que al día siguiente cantaría y silbaría medio Buenos Aires.
También quedó sin grabar una exitosa milonga del payador Martín Castro, “Presumido”, cantada por el dúo Dante-Martel.

De regreso en Buenos Aires, el bandoneonista Oscar Castagniaro, recientemente desvinculado de la orquesta de Osvaldo Pugliese, lo invita a participar de su nueva formación. Debutan en la Confitería La Armonía y tiene como compañero al cantor Roberto Chanel. Actúan también en Radio Belgrano y en muchos bailes y escenarios porteños.

En 1956, vuelve a convertirse en solista, auspiciado por una reconocida marca de pinturas, Colorín, y debuta en Radio Belgrano con su propia orquesta dirigida por el violinista Américo Podestá. Con ella graba para el sello Odeón 4 temas: “Pobre colombina”, “Lechuza”, “Por qué no has venido” y “Fueron tres años”.

Después hace un exitoso ciclo de audiciones con público por Radio Argentina, al final de la cual realiza una gira por América, con la intención de seguir hasta los Estados Unidos. Pero en Colombia tuvo una acogida tan grande que se quedó un largo tiempo. Allí grabó para el sello Sonolux, de Medellín, 20 temas acompañado por el bandoneonista Enrique Méndez (quien había ido con él desde Buenos Aires), el pianista Armando Lacava (quien se hallaba transitoriamente allí) y músicos locales

Al regresar de Colombia, Julio Martel tenía pensado abandonar el canto y dedicarse a su quinta. Su última actuación fue en el club Santa Elena de la ciudad de Luján (70 kilómetros al oeste de la ciudad de Buenos Aires), el 20 de diciembre de 1959. Vivió de los derechos de intérprete, lo que comprueba que sus grabaciones fueron y siguen teniendo un importante éxito.

Por esa época también era aficionado al turf. El tango “Bajo Belgrano”, por ejemplo, está muy ligado por su letra a un caballo que compró y ganó cinco carreras en San Isidro y Palermo. Pero sigamos adelante con la recordación. Llega su desvinculación de la orquesta. Ocurrió que estando en Rosario en una de esas giras que realizaba todos los años, Carlos Dante, que seguía haciendo capote en todos los lugares en que actuaba, él anuncia su retiro de la orquesta. Martel, haciendo causa común con Dante, anuncio también su retiro. Se llevarían a cabo tras los carnavales que realizaríamos en el club Gimnasia y Esgrima de La Plata. Hubo reuniones de los componentes de la orquesta. 

Hablaron con Dante. Luego el secretario de Alfredo, Osvaldo Amura, también en grandes reuniones convencieron a Carlitos para que se quedara. Pero a todo esto a Julio, ni una palabra. Así que cuando finalizó el carnaval en La Plata se retiró de la orquesta como lo había prometido, y como buen vasco, cumplió con su palabra. Hubo lágrimas de su parte y de mucha gente del público. Fue uno de los momentos más emotivos de su vida. 

El día que Alfredo volvió a debutar en el Glostora ese año, Martel había ido solo a un cine de Olivos en su pequeña cupecita. Antes de entrar al cine, escuchó por la radio el debut de Oscar Larroca. Sintió una profunda pena. No por el debut de Oscar, excelente cantor y flor de amigo suyo, sino porque tuvo la sensación que alguien le hubiera usurpado algo de su vida. Fue un momento muy triste para él”.

Muchísima fueron las creaciones personales que llevó a cabo Martel con De Angelis. Temas que se estrenaban en el Glostora y al día siguiente, sin exagerar, las cantaba el público o las silbaba por la calle. Hubo tangos que cantó y que lamentablemente, vaya a saber por qué,  no se llevaron al disco, por ejemplo: “Qué viejo estoy”, “Sufra”, “Yira yira”, “Guapo y varón” y “Violetita”, entre otros. Una mención especial para “Por qué te habré conocido”, de Rodolfo Scasidi y Carlos Cubría, este último bandoneonista de la orquesta, y que fuera el último tango que interpretó Julio, con lágrimas en los ojos, al despedirse de la orquesta en los carnavales del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata, en marzo de 1951. También quedó sin grabar una exitosa milonga del payador Martín Castro, “Presumido”, cantada por el dúo Dante-Martel.

Julio Martel falleció el 19 de febrero de 2009, a los 85 años. En Munro, donde vivió la mayor parte de su existencia, se lo considera todo un prócer, al extremo que cuando la ciudad cumplió en 1992 su 80º aniversario, el baigorritense fue paseado por las calles en auto descubierto, en medio de los efusivos saludos de la gente y las flores que le arrojaban desde los balcones de las viviendas. Además, la comunidad organizó un festival en honor al gran cantor, designando con su nombre una calle y una plaza, señales de cálidos y vibrantes homenajes, fue paseado en auto descubierto.

Ventana del Norte

Ing. Aldo Escobar

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