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viernes, abril 26, 2024
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Enzo Valentino, “El cantor del pueblo”


Enzo había nacido en Correa, provincia de Santa Fe, un 24 de septiembre de 1919, cuyo nombre real era Enzo Ángel María Cavenenghi fue un cantor y compositor de larga trayectoria en el país dedicado al género del tango.

La localidad de Correa donde nació Valentino se encuentra cerca de las ciudades de Cañada de Gómez (los pagos de Mirta Legrand) y de Rosario, todas en la provincia de Santa Fe. Era hijo de inmigrantes italianos y se acostumbró a cantar oyendo a su padre, que tenía esa afición, y también recibió la influencia de los payadores que llegaban a actuar en la zona. En 1935 hizo
su debut artístico en Rosario y al año siguiente actuó en locales y radioemisoras de la ciudad.
“Mi vocación por el canto es algo natural, de chico lo escuchaba cantar a mi padre en las madrugadas del pueblito campesino donde nací. Papá cantaba en medio de los carros y de las caballadas que teníamos nosotros en ese pedacito de tierra que aún vive en mi memoria, y por lógica era un contagio”.

“Mi Papá era un italiano bajito, flaquito como yo, romano igual que mi madre, y de ahí sucede que yo tarareaba esas cosas y las cantaba en el colegio y en la iglesia cuando había casamientos o bautismos. En los bares del pueblo vi cantar a muchos payadores, incluso
a Atahualpa Yupanqui en 1933, que cantaba arriba de una mesa de billar. Los payadores
improvisaban sobre rasgos de la gente, miraban un paisano y le cantaban hasta a su sombrero,
a la pinta, a las alpargatas”, esto reforzó mi pasión por el canto. «Cada tanto, pero muy poco, regresaba a mi pueblo y recordaba mi infancia y sobre todo a unas palabras de mi viejo que nunca he olvidado: «Figlio, el talento superior de la morale e de valientes, no te olvides». Yo no sabía, lo aprendí más grande en Buenos Aires. Era un italiano bueno, el viejo trabajó toda su vida. Cuando se moría le oí decir: «¡Cuánto trabajé figlio!»… y aquella frase: «Ser valiente es tener dignidad y honor». «A mí siempre me apasionó la voz, el misterio de la voz. Pero recién conocí lo que era la voz cuando llegué a Buenos Aires, en 1937, para visitar a una tía y me quedé para siempre. Yo ya cantaba pero observaba a otros que sabían colocar la voz como yo aún no podía. Por ejemplo Charlo sabía colocar la voz, también Alberto Gómez en su modalidad y Gardel que había llegado a la perfección.


«Lo conocí al Zorzal en abril de 1933, en Cañada de Gómez, lo escuché ignorante como a un
cantor más, yo era chico. Cantó cinco temas, “Rosa de otoño”, recuerdo también “Silencio”,
aquí hizo la introducción Domingo Julio Vivas, pero en bandoneón, también estaban Pettorossi
y Barbieri, fue en el Teatro Verdi de aquella ciudad. «Fue Ignacio Corsini quien me dio la oportunidad de quedarme en esta ciudad. Porque el año de mi llegada canté por Radio Del Pueblo y todos decían que yo era el hijo de Corsini y, honestamente, yo no sabía quién era Corsini.

Yo canto así porque mi padre cantaba así y la ascendencia de la raza tiene mucho que ver, porque el francés se habla apoyándose en la nariz, es nasal y el italiano tiene la influencia de lo arábigo, como el español y en la baja Italia los romanos cantan todo así, con el ritornello, eso
es arábigo. La voz no se imita, puede ser en un pasaje del canto, pero nada más.

En 1937 viajó a Buenos Aires para visitar a una tía y se quedó para siempre. Ese año lo contrató Radio del Pueblo llevando un antifaz negro, cantaba acompañado por los guitarristas Ricardo y Agustín Legarreta y José Di Nápoli con público en el estudio y la publicidad era preguntar quién era el cantor enmascarado. Cuando lo mostraron sin antifaz el payador Antonio
Caggiano que era el segundo en la radio lo bautizó Juan Pueblo. “En Radio Del Pueblo me pusieron un antifaz negro, cantaba con público en el estudio y la publicidad era preguntar quién era el cantor enmascarado”. Pasaron los años y yo jamás tuve la intención de imitar a Corsini. Él era tenorino, cantaba casi en falsete, con poca apoyatura y yo soy barítono.


Gardel en sus comienzos era tenorino, en las respectivas versiones de “Griseta”, por ejemplo,
se los puede llegar a confundir. Gardel cambió el registro con el tiempo, Corsini no. Cuando me
sacaron el antifaz me bautizaron con el nombre de Juan Pueblo y un día vino a
conocerme Enrique Maciel que me presentó a don Ignacio. “Cuando me contrata Radio Porteña me empecé a ver mucho con él que además se presentaba en Belgrano y Mitre, ya que las tres funcionaban en el mismo edificio de la avenida Belgrano y Entre Ríos”.
Conversamos mucho sobre el tema del canto y del campo, porque él había sido campesino en
Carlos Tejedor, lo llevaron de niño y fue boyerito (le dicen así a las personas que cuidan a las
vacas o bueyes) también, hablábamos del sulky y de las monturas y de la doma. Varias veces
me dijo que trataba de imitarlo y yo le respondía que no, que era por naturaleza. Él hablando
tenía la pronunciación de un italiano, no era acriollado, parecía un extranjero.
«Una vez vino a mi casa, al lado de SADAIC, en Lavalle 1555, agarré la guitarrita y canté un
vals que él hacía, aquel que dice: «… ya en el rancho no nacen las flores, ni se ven las
guitarras colgadas…» y allí se convenció y me dijo: «Vos viniste cantor desde el vientre de tu
madre».
Más tarde tomó el apellido Valentino de su abuela francesa. Trabajó en el conjunto Tradición
Nacional organizado por Alfredo Bigoschi que en realizó teatralizaciones de tangos y
radionovelas que se emitían en simultáneo por las radios Belgrano, Municipal y Mitre.
Un día Enrique Maciel, lo presentó a Ignacio Corsini a quien empezó a verlo con frecuencia
porque Radio Belgrano y Radio Mitre funcionaban en el mismo edificio que Del Pueblo en la
avenida Belgrano y Entre Ríos. Su repertorio de entonces era el propio de payadores, también
un vals, A mi bandera, de Generoso Damato.
«Yo tuve la suerte de conocer al cantor Domingo Conte, fue quien me dio una tarjeta para
presentarme ante Zulema Ibarra, una cantante del Colón y ella fue quien me dijo: «Usted puede
llegar a cantar muy bien, joven, pero le falta el conocimiento para colocar bien la voz».
Comencé a estudiar con ella, me tuvo cuatro meses haciendo boca chiusa o sea boca cerrada,
haciendo sonido a boca cerrada y ya estaba cansado, pero cuando me puse a vocalizar noté
un cambio, una mejor dicción, así aprendí la técnica, por eso aún sigo cantando.
«Después de Zulema Ibarra entré a curiosear a lo del profesor Bonessi, quien enseñaba una
forma muy distinta de vocalizar a la que yo conocía. También fui a la academia de los
hermanos Rubistein. Cuando llego me lo veo a Fidel Pintos solo al piano: «¿Qué te pasa
pibe?», me preguntó. «¿Me gustaría saber cómo es esto?» Entonces me habló de la
inscripción, del precio… «¿Vos cantás?» «¿Me gustaría aprender?» «¿Qué cantás?», estaba de moda una canción “Enamorado de ti”, «¿A ver, cantá un cachito?» y le canté. «Che, tenés
linda vocecita, ¿Podés vocalizar?».
«En Radio Del Pueblo, cuyo dueño era un señor Bernotti y el segundo en jerarquía el
payador Antonio Caggiano, éste me bautizó Juan Pueblo. Más tarde adopté el apellido de mi
abuela francesa, Valentino. Siempre por 1937 recuerdo haber actuado en Centenera y Tabaré,
en la fonda de Pacelli, iba todas las noches con mis guitarristas, por lo general los hermanos
Legarreta y Di Nápoli, aunque también Pascual Avena, Toto, Demasi, César Bo.
El asunto que el dueño nos ponía una escalera para subir al palco y luego la sacaba, cuando le
parecía que ya habíamos cumplido volvía a ponerla para bajar. Por entonces cantaba cosas de
payadores, también un vals, “A mi bandera”, de Generoso Damato, cosas que no se conocían:
«…celeste y blanca son las cintas con que adornan / los troveros sus guitarras adoradas / como
blancas son las canas de mi madre…».
Valentino cantó en Las Matinés de Juan Manuel, en muchas ciudades del interior del país, en
locales de la Costanera Sur en La Querencia donde iban muchos turistas y, entre otros,
trabajaban Oscar Alonso, Hugo del Carril y el dúo humorístico Buono-Striano. Valentino
cantaba vestido de gaucho con el conjunto de Pedro Matasa y hacía dúo con Teófilo Ibañez.
Valentino trabajaba en el local de La Enramada, donde también actuaba Domingo Federico,
con los cantores Carlos Vidal y Oscar Larroca y el director le propuso incorporarse a su
orquesta, lo que aceptó, poco después también se incorporó Mario Bustos y, más adelante, con
un tercer cantor, Hugo Rocca.
Un día se me acerca Federico: «Valentino, usted sabe que en mi orquesta sería un éxito». Al
tiempo me incorporó junto a Mario Bustos, después tuvo la buena idea de poner un tercer
cantor, Hugo Rocca, era mucho el trabajo. Dos años en el Tango Bar entre otros lugares, luego
seguí como solista.


Actuaron en diversos lugares, incluido el Tango Bar, Radio Splendid y numerosas noches
bailables; también debutó en el disco grabando China de la Mazorca, de Héctor Pedro
Blomberg y Enrique Maciel y luego de dos años siguió como solista.
«En el Teatro Apolo iban a estrenar una obra de Arsenio Mármol y buscaban un cantor.
Probaron a muchos como Roberto Quiroga, Alfredo Arrocha y una larga cola. Cuando me tocó
canté acompañado por la guitarra del negro Maciel. Mientras cantaba veía a Tito
Lusiardo hablando con uno y con otro finalmente me eligieron.
Estaban la esposa de Tito, Delia Codebó, José Tinelli con su orquesta, Leonor Rinaldi, el debut
de Perla Santalla. Un éxito duradero y recordado, se convirtió en una de las atracciones de
Radio Belgrano una emisora de gran audiencia en esa época en el programa auspiciado por
Jabón Federal y en el circuito cerrado de Canal 7.
Hizo grabaciones para el sello TK y actúa en la orquesta de Alfredo Attadia reemplazando al
cantante Armando Moreno que se había desvinculado; una de las piezas más exitosas del
repertorio de Valentino fue el tango Cualquier cosa, de Juan y Herminia Velich, cuya letra y
música interpretaba adaptadas a su estilo del cantor; en 1952 fue su primer tema grabado, para
el sello Pathe, cuando se vinculó a la orquesta de Alfredo Attadía para su orquesta.
Realizó giras por el país con sus guitarristas Edmundo P. Zaldívar (h.) y Héctor Ayala, cantó
con las orquestas de Carlos Figari, Ismael Spiltalnik y Luis Stazo y también acompañado por los conjuntos de José Canet y Enrique Maciel, dos virtuosos de la guitarra y grabó para varias
empresas discográficas.
Cuando en 1954, Ángel Vargas suspendió en forma transitoria por una enfermedad sus
presentaciones con la orquesta de Armando Lacava, Valentino lo reemplazó actuando en el
Marabú, el Goyescas y otros emblemáticos locales nocturnos tangueros. En 1955 Valentino se
presentó en Montevideo y otras localidades del Uruguay. En 1961 registró una placa con 12
temas que incluía La pulpera de Santa Lucía, acompañado por la orquesta de Roberto
Panzera.
«Canté en muchas ciudades del interior, en los peringundines de la costanera sur y en La
Querencia donde llegaban todos los turistas. Allí estaban Oscar Alonso, Hugo Del Carril,
Buono-Striano… yo cantaba con el conjunto de Pedro Matasa, vestido de gaucho, con la pinta
de italianito que siempre tuve, y estaba Teófilo Ibañez, cantábamos a dúo.
Siempre un repertorio distinto, de payadores, canciones de ellos como “Mi poncho tucumano”:
«En el vagar errabundo / con que mi vida desgrano / tengo un poncho tucumano / como no hay
dos en el mundo…». La gente aplaudía a rabiar. También este otro: «Madre, vengo perseguido
/ me he juído del regimiento /hijo en este aposento hay un hueco como un nido… / tu abuelo
estuvo escondido / hasta que Rosas cayó / cuando el mozo se ocultó / afuera se oyó un tropel
/y como en la casa de él un sargento penetró»… Duraba como una hora la milonga esta y la
gente te ovacionaba.


En 1958 Valentino integró una embajada artística con Carlos Dante, Hugo del Carril, Oscar
Alonso, Ernesto Famá y el dúo cómico Buono-Striano, en la que Lito Bayardo hacía de
presentador y animador, que participó en la inauguración del monumento de homenaje
a Carlos Gardel en Santiago de Chile. En la década de 1970 siguió trabajando con
presentaciones en el programa de televisión Ronda de Tangos y en diversos locales que
incluyeron el mítico y clásico Café Tortoni (en av. de Mayo 825, era una cafetería de estilo
francés, fue abierta en 1858) y siguió haciéndolo hasta seis años antes de su muerte.
Entre otras obras compuso Recuerdos de una madre, con letra de Juan Pedro López y Viejo
sillón, Gigí y El nido vacío, todos con Eduardo Moreno, Enzo Valentino falleció en Buenos Aires
un día 3 de Abril de 2015.

Ing. Aldo Escobar

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