Ni aquel partido con Talleres en la Docta (que le permitió llegar por primera vez a Primera División), ni la goleada ante Los Andes en el Monumental (que lo dejó nuevamente en la máxima categoría) tienen el peso específico del partido que jugará ante River el equipo conducido por Zielinsky.
Quizás pueda equipararse aquella vez ante El Nacional, cuando venció 1-0 de visitante y consiguió una clasificación cuasi milagrosa y no menos emotiva con los detalles que todos conocemos.
Lo cierto es que el Decano está a las puertas de su primera consagración a lo grande: un título oficial en Primera División.
Enfrente tendrá, como toda parada complicada y para darle un toque de heroísmo, un peso pesado del fútbol local aunque no en su mejor versión. Pero qué importa si este River no juega como hace 3 meses cuando estaba a tiro del campeonato local y avanzaba con paso firme en la Libertadores.
Demasiada historia tiene en la espalda, y justamente Atlético quiere terminar de darle el golpe de KO a un equipo que luego de perder el superclásico, tiene menos defensa que un yogur vencido.
En 25 y Chile se frotan las manos.
Ganar sería no solamente la gloria de salir campeón, sino también la dulzura de saberse y de corroborar que está haciendo historia grande dentro del fútbol no solamente de Tucumán, sino también del país.