El año nuevo arranca con una preocupante ola de despidos. Muchos empresarios del comercio y de otros rubros venían manifestando la intención de reducir el personal. El año pasado, a partir del mes de julio, se pudo observar mediante solicitudes de bancos, supermercados y otros, el interés de adquirir convenios de pasantías con universidades públicas y privadas en un claro ejercicio de no emplear directamente y buscar mano de obra joven y barata.
El congelamiento del consumo propuesto por el Gobierno Nacional golpeó las arcas de los grandes comercios y estos en una evidente maniobra de no correr con los gastos fueron contra los propios empleados, hasta se puede decir que comenzaron a despedir trabajadores en blanco. Vale aclarar que la mayoría de los casos ocurren en las empresas de inversiones extranjeras que poco sentido les encuentran a los índices de desempleo en el afán de ser un gran negocio pura y exclusivamente económico.
En la cartera pública hay sectores que también sufren el recorte laboral, si bien los gobiernos de turnos tratan siempre de blindar sus tropas, existe una intención de perseguir a los que piensan distinto pero que trabajan en el Estado. Puede decirse que lo hicieron todos los gobiernos pero que no deja de ser repudiable si vivimos en democracia.
Los sindicatos que empezaron discutiendo salarios se preparan para enfrentar despidos, una CGT quebrada que no significa mucho, o mejor dicho nada con algunos referentes al frente promete dar batalla con paros nacionales respaldados por otras centrales.
En fin, claro está que el plan de ajuste se hará con vuelta entera y no gradual, una jugada arriesgada del Gobierno Nacional que correrá con los costos de ser quien toma las decisiones e impone la estrategia para combatir la inflación; la inflación, valga la redundancia, ¿causante de miles de despidos?
Vaya manera de crecer sin trabajo en este nuevo año que comienza.