Los vecinos de Mendoza al 3300 afirman que es la zona es un lugar de emboscada por parte de delincuentes para atrapar peatones desprevenidos y que luego usan de ruta de escape a la oscura plazoleta Aramburu.
“A esa plazoleta le falta todo porque la fueron vandalizando con el tiempo. No sé si vale la pena que la transformen: hay muchos chicos que vienen drogados a hacer destrozos”, afirma Marta de Richie, quien vivió una experiencia relacionada con el vandalismo: “Sentía ruidos en mi casa. Eran chicos que tiraban naranjas del árbol de la vereda al portón de mi casa. Esas cosas pasan por acá, porque no tenemos cuidadores o placeros. Pagamos seguridad privada, pero no es suficiente”, confiesa.
El estilista Rubén Pelegrino, que tiene su negocio a media cuadra, cuenta que ese lugar está muy alejado de la serenidad. Relata que todos están en constante alerta por los robos y por el tránsito que se ha vuelto pesado con los años, ya que es una de las calles paralelas a la avenida Mate de Luna, que muchos prefieren usar por la falta de semáforos. Entonces, es común ver autos a alta velocidad.
Por otra parte, Pelegrino explica que en la plazoleta los malvivientes se esconden debajo de los árboles y esperan a sus víctimas: “Es que está todo oscuro. Esto es una verdadera boca de lobo. Además vienen a hacer de todo acá, desde tener sexo hasta tomar drogas. El otro día salvé a una chica y terminé lastimado (muestra su mano y su brazo con escaras). Algo tienen que hacer”, concluye.