Trabajadoras del modelaje relatan las exigencias sobre sus cuerpos e insisten sobre el peligro de la belleza hegemónica

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La industria de la moda mueve millones y aún así, la precarización llega a su cara más expuesta: quienes venden ropa, servicios y productos para las marcas. Con leyes que regulan la comercialización de talles y el trabajo de lxs modelxs (solo en algunos países) y una militancia gorda que llegó para quedarse, los cuerpos que se exponen son mayoritariamente delgados: las trabajadoras del rubro dan testimonio a Las12 sobre un oficio que ya no quiere ser invisibilizado atrás del glamour.  

“Necesitamos que adelgaces”, “¿Cuántos seguidores en Instagram tenés?”, “Te pagamos con canje de ropa”, son algunas de las frases que Malena escuchó en los pocos años que lleva trabajando como modelo. “He tenido situaciones incómodas donde hicieron comentarios sobre mí, sobre mi cuerpo, sobre cómo me quedaba la ropa en mi cara. Creo que en el tiempo que trabajé como modelo descubrí que tenía más defectos de los que yo creía”, cuenta Josefina. Las historias de ambas bien pueden ser la de tantas otras: chicas que comienzan muy jóvenes -algunas desde los 13 años- a participar en castings, desfiles, campañas publicitarias en un ambiente donde abundan estándares de belleza insostenibles. El mundillo de la moda atraviesa un lento avance en los cambios, en una industria con poca diversidad y malas condiciones laborales en general.

Un par de semanas atrás, en el sitio web The Cut, un ensayo escrito por la modelo Emily Ratajkowski generó un fuerte debate, sobre todo en modelxs de todo el mundo y también en Argentina. En el artículo, Emily hace un crudo análisis de la industria de la moda, donde no sólo abundan requerimientos sobre las medidas del cuerpo, sino también los detalles de la desprotección por la imposibilidad de tener derecho sobre su propia imagen (desde cómo circula hasta qué imágenes se publican) y las situaciones desagradables a las que miles de modelxs están expuestas.

“En un desfile, donde nos daban 3 marcas de ropa a cada modelo, cuando estaba con la ropa de la última marca que me tocaba, ya lista para salir, viene la dueña y me agarra del brazo gritando a esta nena no la quiero, no me gusta su cuerpo, quiero chicas más grandes. Me quedé sin hacer esa pasada”, cuenta Malena, modelo de 21 años. Josefina Masajnik tiene 20 años. Hace dos que trabaja con una agencia, aunque su acercamiento a la industria comenzó a los 15 años. Para ella, el rol de las agencias como filtro para la precarización, es fundamental: “Son un soporte con respecto a todo lo que pasa en el día laboral” dice, y ambas relatan todo tipo de maltratos. “Existe mucho el “no hay presupuesto, ofrecemos canje” cuentan. “En algunos casos es entendible cuando se trata de diseñadores independientes, marcas más chicas, pero en la situación en la que estamos hoy me parece inaceptable. El contexto socioeconómico nos atraviesa a todos y todas y las modelos somos trabajadoras también, pasamos jornadas de 7, 8, 10 hasta 12 horas paradas, sin descanso”. A Sofi Ferran le costó varios años decidirse a trabajar como modelo. A sus 24 años, la precarización, las situaciones incómodas y el empoderamiento son temas de charla con sus compañeras. “Lo hablamos siempre entre nosotras. El ambiente está cambiando y se empiezan a blanquear y comentar cosas que quizá en otros momentos eran tabú o los metían debajo de la alfombra.

¿Cómo es la situación de las chicas que trabajan en el exterior?

–Yo aún no trabajé afuera, pero sé de compañeras que en mercados como Paris o Milán la competencia puede ser muy dura. Hay mucha presión y destrato, nos exponemos a situaciones que pueden ser bastante traumáticas y más si sos chica. Tengo 24 años y a veces me duele el rechazo, aprendí con el tiempo a no tomármelo como algo personal. Se que en París podés estar cuatro horas en la fila de un casting para que te miren 20 segundos. Veo que mucha gentea poya esto, onda si sos modelo “te la tenés que bancar”. Falta humanizar el trabajo, es muy privilegiado, pero también muchos discursos se escudan detrás de eso: lo que no te cuentan es que cuando vas a Europa vas a un departamento con otras modelos, quizás tenés trabajos súper duros de 15 horas de jornada de trabajo

¿Cómo manejás el rechazo?

–Aún me cuesta. Por lo general no te dicen nada, se lo dicen a la agencia. Me parece raro tener que exigir un trato más humano a la industria cuando debería ser así. El hecho de que vos vayas a una entrevista de trabajo y que del otro lado no te miren, no pasa en otros entornos. El rechazo es algo con lo que toda modelo debe lidiar. Quizás van 50 personas a un casting donde piden sólo dos modelos. 

En un video producido por la revista Vogue -bastión de lujo y belleza hegemónica- modelxs referentes de la industria decidieron contar sus experiencias en castings. Modelos que fueron tapa de las revistas más famosas y con mayor distribución del mercado, modelos cuya imagen, seguramente, está grabada en la mente de muchas adolescentes como ideal de belleza. “Fuia la agencia, me midieron y me dijeron que tenía que perder 2 centímetros de la cadera y de la cintura. En aquel entonces asocié hacer un buen trabajo con perder de peso, y lo hice. Aún tengo un trastorno alimenticio a mis 17 años, luego de hacer una temporada exitosa en Paris”, cuenta Ali Michael. “Siento que fui públicamente avergonzada. Me afectaron en su momento las críticas públicas a mi cuerpo, me quise esconder y no quería aparecer en cámara”, agregó Gemma Ward, modelo ícono de los años 2000. “Creo que la gente tiene un concepto erróneo sobre ser modelo, piensan que es sólo verse linda, pero no es la realidad. Hay muchos sacrificios en este trabajo. Hay que ser inteligente y saber cómo moverse, es mental y físicamente agotador muchas veces. También es fácil sentirse sola: viajás constantemente, no tenés tiempo para hacer amigos ni conectarte con tu familia por mucho tiempo”, explica Adesuwa Aighewi, modelo nigeriana de 22 años.

“El trabajo de la modelo está cero regulado en todos los sentidos, entonces queda más en la visión de cada agencia lo que elija hacer. Particularmente nosotros elegimos trabajar con una edad mínima de 16 años, pero además lo manejamos de una forma muy tranquila. Siempre insistimos y dejamos bien en claro que la prioridad es la educación, y después con el tiempo libre que le quede empezar a hacer pequeños trabajos a ver si es algo que realmente la persona quiere hacer y le gusta. También es cierto que es necesaria cierta regulación en el lado económico, por ejemplo con los canjes”, explica Theo Raffe, de NotModels Management. Si la precarización laboral y la exposición al rechazo constante son situaciones habituales en la industria, las exigencias para cumplir con cierto estándar de belleza ocupan el podio de situaciones complejas para lxs modelxs.

DERRUMBANDO ESTÁNDARES DE BELLEZA

“Los estándares físicos siempre fueron un tema delicado -explica Josefina. Si bien ahora estamos empezando a ver destellos de un cambio a futuro, sigue siendo algo que tiene peso dentro de la industria y las modelos somos las primeras en sufrirlo. Creo que en el tiempo que trabajé como modelo descubrí que tenía más defectos de los que yo creía. Con la experiencia aprendí a disociarme, fue un trabajo interno y doloroso porque tuve que soportar incontables comentarios o miradas espantosas mientras estaba tratando de hacer mi trabajo. Empecé a hacer oídos sordos e intentar recordarme a mí misma que soy mucho más que sólo aspecto físico, que soy una persona valiosa, capaz, inteligente”. Brenda Mato es modelo plus size y activista por la diversidad corporal. Su trabajo en la industria la llevó a vivir otro tipo de violencias.

¿Cuál fue tu experiencia como modelo plus size?

–No trabajo mucho en la industria mainstream porque las modelos de tallas grandes no tienen muchas oportunidades de trabajar con marcas grandes en Argentina, trabajamos con las que nos bancan y que producen ropa con nuestros talles. Se nota mucho sobre todo de parte de fotógrafos hombres cómo tratan a las modelos que les resultan atractivas delante de cámara y las que no. Me ha pasado que me han dicho cosas espantosas sobre mi cuerpo, poses que no podía hacer porque “no me quedaban bien”. La violencia que se ejerce sobre las plus size no es la misma porque nosotras ni siquiera tenemos acceso al mundo de la moda. Entonces ni siquiera nos bookean en agencias grandes porque “no vendemos “ y a las marcas no les interesa

Muchas modelos en las entrevistas para esta nota agradecieron el activismo de las modelos plus size. ¿Cómo vivís ese activismo?

Me pasa mucho que gracias al trabajo que hacemos las modelos de tallas grandes hay mujeres que se animan a hacer cosas que antes no se animaban a hacer, como ponerse un vestido o una malla, no se animaban a usar ciertas prendas o ciertos colores y ahora se sienten representadas y pueden romper con eso. También muchas chicas me dijeron “yo siempre quise ser modelo, pero pensé que no podría serlo”. Di clases en una escuela de modelaje donde hubo más de cien chicas de todo tipo de cuerpxs. 

Una ley de protección a modelos menores de edad fue aprobada en Nueva York en 2017 luego de una fuerte lucha de parte de Models Alliance, una asociación de modelos que se organizaron para defender sus derechos. En la ley se establece que modelos menores de edad tienen que tener protección, tutor que lxs acompañe y horas establecidas en las jornadas de trabajo. En Francia, lugar señalado por las modelos entrevistadas para esta nota como “el lugar más competitivo y duro”, se aprobó una legislación donde las modelos deben aportar certificado médico que pruebe que no están “demasiado delgadas”, y que su peso y altura guarde la proporción saludable de índice de masa corporal. Los empleadores que no respeten la ley -revistas de moda o agencias- podrán ser condenadas a penas de hasta seis meses de prisión y multas de 75.000 euros.

CONSTRUYENDO LAZOS

En la cuenta de Instagram Shit Models Management se compilan las denuncias y experiencias de miles de modelxs de todo el mundo donde denuncian los abusos y maltratos de parte de directores de castings de las grandes marcas, aquellas que construyen estereotipos y comunican ciertos valores para luego ser adoptados en todo el mundo. Estas denuncias derivaron en despidos de fotógrafos, directores de agencias y corrieron el velo de los destratos que cometen diseñadores de moda. “Es muy necesario en este ambiente que surjan esas denuncias, en esta industria donde todo se rige por contactos hay gente que se piensa intocable y es importante que existan estos espacios donde se pueda visibilizar estas situaciones. Hay muchas chicas en los lugares más duros del modelaje que sufrieron cosas bajo la amenaza de “si no participás de esto no trabajás””, explica Brenda Mato.

Uno de los prejuicios que giran en torno al ambiente se centra seguido en la supuesta competencia entre modelxs. En un entorno complejo, los vínculos que se tejen entre trabajadorxs de la industria son fundamentales para sobrellevar el trabajo y malas experiencias. “La sororidad entre nosotras sorprende a mucha gente. Desde afuera, el ámbito de la moda se ve muy competitivo y frio y hostil. Es todo eso, pero encontrás también vínculos muy lindos con chicas que están pasando lo mismo que vos, eso es lo mejor que me pasó trabajando, tenerlas ahí cuando estoy nerviosa o me siento, son un sostén enorme”, cuenta Josefina. Para Sofi, las amistades con las más chicas son muy importantes: “Soy más grande que algunas compañeras de mi agencia, veo chicas muy chicas y se da esto de charlar entre nosotras y hacerles saber que estás ahí para escucharlas. Nos apoyamos en lo que necesitemos y está bueno que se dé eso porque a veces una se siente sola. Es empoderante poder sentarme a hablar y debatir con colegas al respecto”. Tanto Josefina como Malena, como Brenda, como Sofi, esperan cambios profundos. Cambios que permitan que lxs más jóvenes, quienes arrancan en una industria donde cada centímetro del cuerpo está expuesto, puedan trabajar en un ambiente menos hostil, más inclusivo y con mayor diversidad. “Si cambian los estándares de belleza, cambian para nosotras también. Y ahí nos salvan”, dice Josefina. Que así sea.

Fuente: Página 12