Otra vez cayó un árbol comprometiendo la vida de un vecino. Esta vez fue sobre un vehículo y su ocupante no sufrió daños pero la camioneta fue aplastada en un costado donde está ubicada una sillita para bebes. Por suerte Nicolás Troitiño, dueño del vehículo, viajaba solo.
No es la primera vez que suceden estas tragedias. La lluvia y el viento son un combo letal para la salud de los ciudadanos y sus bienes materiales. Todavía está fresco el recuerdo de un grupo de niños golpeados por una rama en el parque Avellaneda. Uno de ellas estuvo internado de gravedad.
En esa oportunidad, los informes de la Dirección de Espacios Verdes de la Municipalidad indicaban que fue un accidente. El árbol no presentaba defectos para ser talado.
En el caso de este lunes, el árbol tampoco presentaba signos que anunciaban su caída pero igual se cayó. Al parecer falló la raíz.
Respecto a las caídas de árboles reportadas, en avenida Francisco de Aguirre y Muñecas una mujer resultó herida por lo que recibió asistencia y fue trasladada al hospital Padilla. Mientras que, en Malabia 2086 cayó un ejemplar sobre la vivienda, sin causar heridos.
Lo cierto es que los árboles, defectuosos o no, representan un peligro en caso de lluvia y de viento desde hace un largo tiempo y siempre toman la delantera en los acontecimientos dejando atrás al municipio y sus justificaciones.
No solo los baches en las calles y avenidas representan un déficit en la actual administración municipal, también lo es en la seguridad del arbolado y ya es hora que la superpoblada repartición ubicada en el Parque 9 de Julio realice un relevamiento que permita la circulación de los vecinos sin que tengan que temer por su vida.
