Francia atraviesa una ola de violencia carcelaria sin precedentes: vehículos incendiados, ráfagas de fusiles automáticos y amenazas a funcionarios. Las autoridades atribuyen estos ataques al crimen organizado vinculado al narcotráfico, que busca desestabilizar el sistema penitenciario tras las nuevas medidas de seguridad impulsadas por el gobierno de Emmanuel Macron.
Desde el fin de semana, se registraron al menos 21 ataques coordinados en todo el país, con autos de funcionarios prendidos fuego, disparos y pintadas con las siglas “DDPF”, un grupo que se atribuye los atentados en nombre de los “Derechos de los Presos Franceses”. La Fiscalía Nacional Antiterrorista ya abrió una investigación.
El ministro de Justicia, Gérald Darmanin, denunció que los ataques buscan frenar su plan de “revolución carcelaria”, que incluye el traslado de 200 narcos de alto perfil a prisiones de máxima seguridad. El plan surgió tras un ataque a una furgoneta penitenciaria en 2024, donde murieron dos guardias.
El sindicato FO Justice calificó los atentados como “un ataque total a la República” y pidió una respuesta firme. Darmanin ratificó que el Estado “no va a ceder” y prometió reforzar la protección a cárceles y funcionarios.