En esta guerra de pobres hay un culpable oculto y es la justicia Argentina.
Ausente y poco trasparente es el Poder Judicial, uso el calificativo de “poco” para no olvidar a esa minoría que hace bien su trabajo. Existe una modalidad que lleva años conviviendo con los otros poderes, me refiero a la impunidad y poder que se le ha otorgado a la delincuencia al punto que ya no es la misma que antes.
No puedo afirmar que antes había códigos porque considero que fue un error naturalizar el delito. Recuerdo que antes había menos saña, más apego por la vida y, cuando te robaban, no te mataban. Actualmente, las cosas han cambiado, ya no importa la edad ni el sexo, simplemente no importa “Nada”, porque existen circunstancias en las que las víctimas no tienen nada de valor que merezca terminar con una vida humana.
Señores jueces, estamos en presencia de una guerra entre pobres, en las que la mayoría dejó de serlo cuando hicieron una moda o estilo de vida matar o torturar por unos pesos, no son pobres si sus necesidades son drogas, alcohol, gustos caros y vehículos ajenos. Pobre es el laburante que no llega a fin de mes, pobre es el que no puede pagar los impuestos y la educación de sus hijos, pobre es el que busca el pan de su familia, pobre es la víctima que asaltan, torturan y matan por unos pocos mangos.
Los verdaderos pobres argentinos se cansaron y están protegiéndose de los delincuentes mientras la Justicia pretende impartir el cumplimiento de la ley al ciudadano que lucha por su vida y, en defensa, mata a su asesino.
El Observador
Ventana del Norte



