“No me parece bien combinar Sputnik con AstraZeneca”, dice un asesor del gobierno nacional

Eduardo López advierte que no es la mejor opción, "pero tampoco hay que ser tremendistas". La opinión de otro infectólogo tucumano.

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Al inicio de la pandemia, las vacunas parecían una solución lejana. Hoy, al cabo de unos 18 meses, siete marcas han sido validadas para su uso de emergencia por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y otras 100 aguardan para ingresar a esa lista de las aprobadas. Casi todas, tanto las disponibles como las que se encuentran en estudio, fueron diseñadas para ser aplicadas en dos dosis. En general, el intervalo entre un pinchazo y el otro varía entre cuatro y 12 semanas, de mínima. Sin embargo, las limitaciones en los suministros, la aparición de nuevas variantes y el reporte de algunos efectos secundarios están haciendo que las autoridades de diferentes países evalúen combinar los productos de distintos laboratorios.

Pero, ¿qué se sabe al respecto? ¿Es seguro? ¿Qué hará la Argentina?

El médico Gustavo Costilla Campero -jefe del servicio de Infectología del Hospital Padilla- dice que la intercambiabilidad de las vacunas no es un concepto nuevo ni Padilla- dice que la intercambiabilidad de las vacunas no es un concepto nuevo ni una idea alocada. Y ejemplifica con las antigripales, las destinadas a evitar la hepatitis o las meningocócicas, entre tantas; todas se colocan en los vacunatorios sin que las personas pregunten siquiera qué marca les ha tocado antes y qué marca les toca ahora. “Siempre que sean de una misma plataforma, se pueden intercambiar”, explica. La plataforma es el vehículo en el cual va montado el antígeno de cada vacuna, añade, en tono catedrático.

El problema es que la vacuna rusa tiene una plataforma distinta a la de AstraZeneca, con la que sería combinada, observa Costilla Campero. “Además, hay poca información científica disponible con respecto a la combinación entre ambas”, agrega, y cita el caso canadiense, donde se actualizaron las recomendaciones sobre intercambiabilidad, autorizando a quienes se dieron una primera dosis de AstraZeneca a recibir la segunda de Pfizer/BioNTech o Moderna. Los gobernantes de ese país llegaron a esta decisión luego de que en el mundo se reportaran algunos raros y escasos episodios de trombosis tras la inoculación con AstraZeneca. Otros países como Chile, Italia, España, Bahrain, Emiratos Árabes y Corea del Sur también tomaron medidas similares. En Alemania se supo que la propia canciller Angela Merkel pasó de AstraZeneca a Moderna. “Con estas combinaciones, en cambio, la evidencia es más abultada y parece resultar convincente”, plantea. No obstante, cree que los argentinos tendremos novedades. “Este tema se está debatiendo y se resolverá en los próximos días. Seguramente saldrá una recomendación”, especula, en referencia a que el Ministerio de Salud de la Nación acabaría permitiendo el intercambio.

De hecho, la ministra de Salud argentina, la infectóloga Carla Vizzoti, reconoció anteayer que la posibilidad está en estudio y que Argentina ha sido impulsora de una investigación entre Gamaleya (el productor de la vacuna rusa) y AstraZeneca para determinar si es posible mezclarlas pese a sus diferentes plataformas.

La vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca  utiliza una plataforma denominada vector viral no replicante, que consiste en el empleo de un adenovirus de chimpancé para transportar material genético del coronavirus al organismo e inducir la respuesta inmune. La Sputnik-V se desarrolla en una plataforma de adenovirus humano.

Actualmente y hasta que se oficialice lo contrario, la cartera sanitaria de nuestro país considera que las diferentes vacunas no son intercambiables debiéndose completar el esquema con la misma con la que se inició. En este escenario algo incierto, ¿cuál es la postura de a OMS? Tal como viene sucediendo desde el inicio de la pandemia, el organismo sigue mostrándose por detrás de las resoluciones que van tomando las naciones. Y esta controversia no parece ser la excepción, pues ha pedido que se mantenga el mismo producto para ambas dosis.

Pero el debate por el llamado cruce vacunal se ha instalado. El infectólogo Eduardo López, miembro del comité que asesora al Gobierno nacional, le dice a este diario que no le “parece bien” combinar Sputnik con AstraZeneca debido -justamente- a esa diferencia en sus plataformas. “No es la mejor opción mezclar una vacuna vectorial, como la rusa, con otra de virus inactivado”, ahonda el también infectólogo del Hospital Ricardo Gutiérrez y director del postgrado de infectología pediátrica de la Universidad de Buenos Aires.

Empero, enseguida advierte que la Argentina se encuentra una “situación crítica” porque el grueso de su población ha sido inoculada con una dosis de Sputnik V y la dotación del segundo componente está llegando de modo escaso y esporádico al país. Ante esta realidad, la posibilidad de avanzar hacia una combinación se observa como válida, prosigue. “En varios países se ha pasado de Astrazeneca a Pfizer. El escollo nuestro es que no tenemos Pfizer. Lo ideal sería que Rusia nos mande lo que nos falta. Pero si eso sigue sin ocurrir, habrá que tomar una decisión.

Finalmente, López menciona que tras una primera dosis de Sputnik también está la posibilidad de usar CanSino, pero tampoco hay demasiados estudios al respecto.

Fuente: La Gaceta