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sábado, agosto 2, 2025
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JULIO de CARO – EL MÚSICO QUE “HIZO ÉPOCA”

SEGUNDA PARTE   

Acaso el mayor aporte de Julio de Caro, mensurado por su influencia en otros músicos y su capacidad de renovación del lenguaje musical, haya sido el sexteto que fundó en 1924 (en paralelo con el esplendor de otro movimiento estético, el tango-canción), aunque su extensa trayectoria como violinista, director orquestal y compositor dejó otras huellas, antes y después.

El 10 de abril de 1925 volvieron al Palais de Glace para actuar en lo que ahora era el Ciro´s Club, convertido en un centro de la alta sociedad, al punto que allí se brindó la recepción de gala al Príncipe de Gales en su visita al país.

Paul Whiteman, el famoso músico de jazz era artista de la RCA Victor, al igual que Julio de Caro y le gustaba mucho el tango que había tenido ocasión de escuchar cuando Juan Carlos Cobián estuvo en Estados Unidos. Al oír a De Caro en ocasión de que el mismo fuera a realizar grabaciones a los estudios de la Víctor le sugirió a la grabadora que le dejaran el violín-corneta con el que grababan concertistas clásicos que estaban reparando porque según su criterio tenía un concepto nuevo, moderno. 

La innovación consistía en que para aumentar el volumen del violín se le adhirió una corneta, de ahí su nombre, lo que aproxima el sonido instrumental a la voz humana, dotándolo un matiz nasal. Cuando el representante de la empresa viajó a Buenos Aires le llevó el violín a De Caro, ofreciéndole que el precio lo fuera descontando de los derechos a cobrar. 

El músico al comienzo no quiso usarlo pero luego lo aceptó y si bien le costó adaptarse al mismo, finalmente fue bien aprovechada para darle una especial sonoridad a la orquesta, llegándose a conocerlo como el “violín-corneta de Julio de Caro”.​

En esa época falleció repentinamente el contrabajista Thompson y Hugo Baralis (padre del conocido violinista del mismo nombre) lo reemplazó.

En 1926 fue contratado para actuar en el cine Select Lavalle, oportunidad en que el músico de formaciones sinfónicas Enrique Kraus reemplazó a Sinibaldi, mientras se proyectaban películas mudas. La realidad es que al público que acudía no le interesaba qué película proyectaban sino que iba a ver y escuchar a Julio De Caro. 

En esa temporada el tango Guardia vieja que De Caro dedicó al presidente Marcelo T. de Alvear fue el gran éxito. 

Asumiendo el papel de empresario con el jazzista Gordon Stretton, De Caro actúa con gran éxito durante los bailes del Carnaval de 1927 al mismo tiempo en el teatro Avenida y en el cine Callao. 

Julio De Caro y su orquesta se embarcaron el 4 de marzo de 1931 rumbo a Europa e iniciaron sus actuaciones en el Palais de la Méditerranée de Niza. Siguieron luego las presentaciones en MontecarloCannesTurínGénova y Roma. La orquesta sorprendió gratamente al público, primero por la impecable presentación de los músicos con smoquin y luego por sus interpretaciones artísticamente estilizadas y con una riqueza instrumental desconocida hasta el momento en los conjuntos argentinos. 

En Roma presenciaron su actuación el príncipe Humberto de Saboya y su esposa María José de Bélgica. En Turín, su presentación en el teatro Ópera fue transmitida por Radio Torino y captada en Buenos Aires por Radio Splendid.

París fue la culminación de la gira: actuación en la Sorbona por invitación del embajador argentino Tomás Le Bretón, exitosa presentación en el Empire, contrato para tocar en una de las fastuosas recepciones en el Palacio de los Rothschild y filmación en los estudios de Jointville de la Paramount para la película Luces de Buenos Aires que dirigía Manuel Romero con las actuaciones de Carlos GardelPedro QuartucciSofía Bozán, Gloria Guzmán y Vicente Padula entre otros. En el Palais de Mediterranée entre quienes asistieron a su actuación estaban Carlos Gardel y Charles Chaplin.

En Buenos Aires con el advenimiento del cine sonoro las orquestas comenzaban a ser desplazadas de los cines. De Caro reestructura su orquesta y durante 1932 actúa en el escenario del cine Astor y luego en el interior del país en una extensa gira. 

La nueva formación es la siguiente: Julio De Caro, Sammy Friedenthal, José Niesaw, Simón Resnik y Vicente Tagliacozzo en violines, Pedro Laurenz, Armando Blasco, Alejandro Blasco, Calixto Sallago y Aníbal Troilo en bandoneones, Francisco De Caro y José María Rizzuti en piano, Vicente y José Sciarreta en contrabajo y el cantor Antonio Rodríguez Lesende.

A iniciativa del Malevo Muñoz el diario Crítica de Buenos Aires organizó el Primer Campeonato Nacional de Tangos a llevarse a cargo en el estadio del Luna Park en el que compitieron las más prestigiosas orquestas de la época, salvo las que no fueron autorizadas por sus sellos grabadores. 

La votación, realizada por el público con una boleta adjunta cada entrada dio como ganadora a la orquesta de Julio De Caro. En los lugares siguientes se ubicaron las orquestas de Edgardo DonatoJuan Pedro Castillo, Pedro Maffia, Ponzio-Bazán y Anselmo Aieta. En un posterior concurso de composiciones Julio De Caro obtuvo el primer premio con su tango El mareo.

Después de los Carnavales y por desacuerdos económicos la totalidad de los integrantes de la orquesta, salvo su hermano Francisco, se desvinculó de ella y formaron otra encabezada por Pedro Laurenz. Julio organizó entonces una nueva formación con Luis Gutiérrez del Barrio, Mauricio Salovich y el mismo Julio en violín, Francisco De Caro en piano, Carlos Marcucci, Romualdo Marcucci, Gabriel Clausi y Félix Lipesker en bandoneón y Francisco De Lorenzo en contrabajo.

En 1935 De Caro formó una orquesta de cuarenta profesores para los bailes de Carnaval que organizó la Municipalidad de Buenos Aires en el Teatro Colón alternando el escenario con la jazz de Eduardo Armani. En esa oportunidad se estrenó el tango Coquito del maestro Carlos López Buchardo

Con la Orquesta Sinfónica de Radio El Mundo se presentó, en 1936, en el teatro Ópera, con “La evolución del tango” con obras de 1870 a 1905, la segunda desde 1905 a 1935 y la tercera, y última, con temas de 1935 en adelante. Una tarde, a la salida de uno de esos conciertos matinales estaban sus padres y se produjo el reencuentro y reconciliación. Su padre fallecería en 1950 y su madre once años después.

En 1937 se presentó en Viña del Mar (Chile), dirigiendo su Orquesta Internacional Melódica con la cantante Paloma Efrón “Blackie” y el cantor Edmundo Rivero.

En la década de 1930 organizó conjuntos de mayores dimensiones, en los que incluía una mayor variedad de instrumentos, que en parte causaron cierto desvanecimiento de su estilo original. A pesar haber renovado el tango en los años 20 y de imponer un estilo al que responderían en mayor o menor medida casi todas las orquestas de tango posteriores a los años 20, no logró mantener el paso frente a la rápida evolución ocurrida en los años 40. 

Su mayor formación académica le permitió envolver su mensaje en un lenguaje musical depurado, de inefable seducción. Las versiones de su sexteto, a veces remolonas, a veces vívidas, suenan como acuarelas de un Buenos Aires de casas bajas, fachadas grises, calles arboladas, jardines floridos, adoquines y antiguos tranvías. 

O, más aún, de un orden político y social armonioso pese a los agudos contrastes, de libertad y de pujanza económica, todo lo cual concluiría brutalmente en 1930, cuando, parida por la crisis mundial, se inicia la era de los golpes de Estado en la Argentina.

A finales de esta década, sin embargo, volvió a la escena con un estilo muy renovado, propio ya de esta época, pero esta etapa de su carrera duró muy poco, retirándose de la dirección orquestal definitivamente hacia 1954.

La obra de Julio De Caro como compositor fue muy importante, destacándose temas como El Monito, Boedo, Mala Junta, entre otros. En esencia, el aporte fundamental del sexteto de Julio De Caro fue la incorporación de un estilo depurado en la interpretación orquestal del tango, estilo que conjugaba toda la riqueza de la música académica europea con el ritmo y el canyengue (no es otra cosa de un estilo de baile de tango opuesto al tango de salón, solía bailarse en los suburbios) propios del género. 

Sus interpretaciones se caracterizan por la frecuente inclusión de pasajes de violín o de piano solista, así como de contracantos entre dos violines o entre violines y bandoneones. Esta difícil síntesis tuvo éxito y permitió además que la orquesta de De Caro pasara a ser la favorita de la alta sociedad porteña.

En 1933, De Caro ingresó en una etapa de experimentación con masas orquestales ampliadas y nuevos timbres (vientos, percusión), que a la postre desdibujaron su mensaje (él mismo se había valido en los años 20 de un curioso violín-corneta). Luego, afortunadamente, regresó a sus propias fuentes, aunque pagando el precio de caer en cierto anacronismo. Guardián hasta su retiro de las más nobles esencias, quedó un tanto marginado de la evolución del tango, tanto por su estricto apego al decarismo histórico en lo instrumental como por su dificultosa asimilación del papel central del cantor en las orquestas desde 1940.

En 1935, De Caro formó una orquesta de 40 profesores para los bailes de Carnaval que organizó la Municipalidad de Buenos Aires en el Teatro Colón y alternó el escenario con la jazz de Eduardo Armani. En esa oportunidad se estrenó el tango “Coquito” del maestro Carlos López Buchardo.

En 1954 abandonó la actividad artística casi al mismo tiempo que su hermano Francisco. A pedido de Ben Molar compuso en 1954 junto con Nicolás Cócaro el tango Un silbido en el Bolsillo para el proyecto 14 con el Tango. En 1975 de nuevo por pedido de Ben Molar compone junto con Ernesto SabatoCátulo CastilloFlorencio Escardó y Leopoldo Díaz Vélez entre otros, para el disco “Los 14 de Julio De Caro”. 

El 11 de diciembre fue declarado Día Nacional del Tango porque en esa fecha, aunque de diferentes años, nacieron Carlos Gardel y Julio De Caro. Ese día de 1977 al cumplir 78 años y, en conmemoración al primer “Día Nacional del Tango”, recibió en el Luna Park un homenaje con la participación de las orquestas y los cantantes de la época y 15 mil personas le cantaron el feliz cumpleaños. Fue la última vez que estuvo arriba de un escenario.

En 1921 Julio De Caro se había casado en Uruguay y de su breve matrimonio antes de separarse nació su única hija, Beatriz. En 1959 se casó en segundas nupcias con Cora Ambrosetti, proveniente de una familia muy destacada por sus estudios antropológicos y etnográficos.

Falleció en Mar del Plata el 11 de marzo de 1980 y sus restos se encuentran en el cementerio de la Chacarita junto a los de su hermano Francisco.

Julio De Caro es considerado en la historia del tango como un músico que “hizo época”. Muy probablemente su influencia en otros músicos sea mayor que su aceptación pública (en la que intervienen factores que en principio son extra-musicales, como su clase social o sus posturas políticas filo-nazis).

Como compositor, los tangos de De Caro se mueven con un espectro más elegante de recursos armónicos y melódicos; lo mismo sucede en su faceta de arreglista y aun en la de intérprete. Esta apropiación por parte del tango de elementos pertenecientes a la música culta o esta apropiación del tango por parte de compositores y estratos sociales que veneraban a la música europea es uno de los hechos más aceptados en la historia del tango, al punto de hablarse de una “época decareana” y de considerar a Julio de Caro como uno de los músicos más importantes (o como uno de los precursores) de la llamada “Guardia Nueva”, concepto que en sí es controvertido.

De su extensísima obra de compositor pueden destacarse varios tangos fundamentales. Además de los mencionados “Boedo” y “Tierra querida”, sobresalen “Colombina” (con Francisco De Caro), “Copacabana”, “Chiclana”, “El arranque”, “El bajel” (con Francisco), “El monito”, “Guardia vieja”, “La rayuela”, “Loca ilusión”, “Mala junta” (con Laurenz), “Mala pinta” y “Mi queja” (ambos con Francisco), “Moulin rouge”, “Orgullo criollo” (con Laurenz), “Tierra querida”, “Tiny” (con Maffia) y “Todo corazón”.

Ing. Aldo O. Escobar

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