La detención de Facundo Ale expuso un violento conflicto en Tucumán. La disputa involucra al clan de los Ale, a la banda de “Los Gardelitos” y a otros grupos. Según los investigadores, tiene las características de una incipiente guerra narco en Tucumán. Su padre, Ángel “El Mono” Ale, dominó la escena. Se posicionó como un denunciante que con sus dichos habría destapado una red rival. Sin embargo, también desató una peligrosa trama de traiciones.
Un tiroteo ocurrido el 21 de septiembre en Tafí Viejo desencadenó el conflicto. Al principio parecía una disputa por el control de la barra brava de San Martín, pero pronto cambió de rumbo. La investigación del fiscal Miguel Fernández se orientó hacia un enfrentamiento narco. Esta hipótesis se fortaleció con la detención de Javier “Chuky” Casanova con cocaína. Luego se sumó la entrega de Walter “Petiso David” Lobo, comprometido por un hallazgo de marihuana.
En el código del hampa, la estrategia del “Mono” Ale se considera una traición. Su decisión de exponer públicamente a los rivales de su hijo alimenta el temor a una guerra narco en Tucumán. El gesto provocó una reacción inmediata. Abel Lobo, hijo del “Petiso” David, lanzó amenazas contra el clan Ale desde la cárcel. Mientras tanto, la Justicia desconfía de la versión de Facundo Ale. Él culpa a “Los Gardelitos” por ataques anteriores, pero mantiene un llamativo silencio sobre Casanova.
En medio de esta escalada, surgieron serias dudas sobre los procedimientos policiales. Los defensores de los acusados sostienen que alguien “plantó” las drogas. Esta teoría se fortalece por los secuestros de escasa cantidad de droga en más de 70 allanamientos. Por esta razón, los abogados solicitaron peritajes para determinar el origen de la droga que la policía incautó. La Justicia enfrenta ahora un doble desafío: definir la situación de los detenidos y esclarecer si hubo manipulación en la investigación.
