Estar pendientes de las pantallas en pandemia nos deja en constante alerta

El presidente del Colegio de Psicólogos de Tucumán, González Marchetti, enumeró los cambios de hábitos que se produjeron entre olas de covid-19.

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En un año y medio de pandemia, entre restricciones y la espera por una vacuna, los hábitos se modificaron. Clases en burbujas presenciales algunas semanas, otras completamente virtuales. Muchas tareas laborales se trasladaron a la virtualidad, por lo que se marca tarjeta desde la casa. Así, se incrementó el tiempo frente a una pantalla.

En los momentos de mayores restricciones aumentó el tiempo de permanencia en el hogar y con ello, los problemas por intimidad: la mayoría de las casas y departamentos no tienen espacios para que cada miembro de la familia pueda estudiar, trabajar, leer, relajarse y cocinar sin perturbar a los demás. Esto fue una pizca de lo que trajo aparejado vivir entre olas de covid-19, al menos en un sector de la sociedad.

Las consecuencias de todo esto, para Roberto González Marchetti, presidente del Colegio de Psicólogos de Tucumán, llevaron a un estado hiperalerta: estamos 24 horas al día conectados con el celular y todo el tiempo estamos pendientes del trabajo, de las clases, de la familia, de los amigos, de noticias, de redes sociales. Y tenemos que responder de inmediato. Eso genera ansiedad, problemas en el sueño y un cansancio extra que se suma al final del día de cada trabajador y trabajadora, explicó el profesional de la salud.

¿Cuáles hábitos se modificaron por la pandemia?

Hubo muchos cambios. En las familias con hijos pequeños, a la desigualdad en las tareas domésticas se le agregó otro elemento que genera sobrecarga, en general sobre las madres, porque además del cuidado de siempre, mamás y papás se convierten en un compañero de juego de los niños y también en el soporte de educación, porque no están en interacción en la escuela. Entonces hay tareas de cuidado, tareas domésticas, compañías de juegos, compañía escolar y se genera una sobrecarga que suele ser desigual entre madres y padres. Son niños y adolescentes que pasan más tiempo en la casa y la interacción es con adultos.

¿Qué conflictos se generaron?

Con esto han aparecido nuevos conflictos que tienen que ver con la privacidad. Antes eran menos frecuentes por la posibilidad de los integrantes de la familia de realizar otras actividades fuera de la casa. Por eso se incrementaron los conflictos por intimidad: parejas que viven en departamentos y uno sale al balcón si otra persona está en clase, en una videollamada importante o en una sesión con un psicólogo por ejemplo. “Zooms” del trabajo con otros integrantes de la casa caminando por atrás. También genera una dificultad el proceso de la construcción de la autonomía en niños y adolescentes en este contexto.

¿Qué pasó con el tiempo destinado a las pantallas?

Hay un mayor consumo en todas las generaciones de horas de pantalla, con el uso de internet como canal central de comunicación. Esto, en una franja de la población, deriva en un déficit para relaciones presenciales, con problemas para entablar una conversación. Todos estos cambios llevaron a que muchas personas tengan un estilo de comunicación a la defensiva. Otro hábito que se está viendo bastante son las manifestaciones violentas en las redes.

¿Qué pasa con los horarios de trabajo y la virtualidad?

Ese es uno de los graves problemas que produce la virtualidad. Al estar las 24 horas “en línea” a través del celular, se hacen difusos los límites de horarios laborales y no laborales. Lamentablemente se está naturalizando esa conexión con lugares de trabajo, educativos, mas allá de los horarios establecidos. Eso provoca ansiedad y alteración del sueño. El trabajador termina más cansado, con mucha fatiga. Así como está conectado con su trabajo, también está conectado con amigos, con su familia, en el celular o computadora. La mente está fragmentada tratando de dar respuestas a distintos grupos sociales. Y todos demandan respuestas inmediatas. La desconexión significará apagar el celular. Cuando eso pasa, quienes no pueden relajarse y disfrutar de ese tiempo quedan con ansiedad: automáticamente aparecerán preocupaciones por si mandan mensajes del trabajo, amigos, familiares, una necesidad de ver constantemente qué pasa en las redes. Es un estado de hiper alerta que estamos teniendo por la ansiedad.

¿Cómo podemos explicar la ansiedad?

Hay dos tipos de ansiedad, una normal y una patológica. La ansiedad normal es la que nos permite con el estrés del día adaptarnos a las exigencias habituales y no genera perturbaciones. La ansiedad patológica es cuando el nivel de estrés termina provocando síntomas físicos que llevan a que uno duerma mal, tenga taquicardia, sienta presión en el pecho, cambios en los hábitos. Todo eso ocasiona problemas para atravesar las tareas diurnas. Esa sensación de querer salir corriendo del lugar en que nos sentimos sobrepasados.

Es importante tener organizado el día a día, porque cuando uno no lo está, esa gran demanda permanente de dar respuestas nos va superando. Ahí es cuando entramos en el shock emocional de querer salir corriendo. También poder contar en los hogares con un momento de privacidad, aunque sea de 15 minutos, que permita hacer un aislamiento sensorial. Permanecer en un lugar sin estar expectante de la televisión, del celular, de las personas.

FUENTE: La Gaceta