Entre tensiones internas, el Gobierno plantea un acuerdo con los empresarios para aplacar la crisis y garantizar la gobernabilidad

Tras la derrota en las PASO y ante unas perspectivas negativas sobre las generales, el Frente de Todos ensaya un acercamiento al establishment, pero con señales contradictorias

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Con la mira puesta en garantizar la gobernabilidad durante los próximos dos años, después de unos comicios legislativos generales que se esperan adversos, y con la obligación de cerrar un acuerdo con el FMI en el corto plazo, el Gobierno plantea un inédito acuerdo con los empresarios para aplacar la complicada situación económica y posicionarse hacia 2023. El giro se ejecuta entre contradicciones, provocadas por las internas en la coalición del Frente de Todos, donde conviven miradas diversas sobre el manejo de la macroeconomía frente a las dificultades diarias.

En la Casa Rosada enmarcan el acercamiento en la estrategia de “escucha” que empezó a desplegar el Presidente después de la derrota del Frente de Todos en las PASO. “Alberto quiere recibir las miradas de todos los sectores. No sólo las de los vecinos -con las bajadas al territorio-, sino también las de la CGT, los movimientos sociales, el círculo rojo”, dijo un vocero del Gobierno.

En esa lista, la relación con el establishment se presenta como la más importante, y al mismo tiempo, complicada de resolver. Las actividades del Presidente con empresarios durante las últimas semanas; y el discurso de Cristina Kirchner, ayer en el cierre del plenario de jóvenes La Cámpora en la ex ESMA, son evidencia de la centralidad que le atribuye el Gobierno, hoy, al acercamiento de posiciones para la etapa que viene.

La semana pasada, Alberto Fernández participó con un llamado al “diálogo” en un encuentro de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC); y el martes sorprendió al recibir durante más de dos horas, en la Casa Rosada, a algunos de los empresarios más importantes del país. Ese día, volvió a llamar la atención al confirmar, aunque tardíamente, que aceptaba la invitación para participar de la 57 edición del Coloquio IDEA.

Lo hizo a contramano de la postura histórica de Néstor y Cristina Kirchner, que jamás asistieron al tradicional cónclave empresario, y que solían ver con malos ojos la participación de representantes de sus gobiernos. Daniel Scioli, por ejemplo, recibía reproches cada vez que aceptaba que lo incluyeran, en calidad de gobernador de la provincia de Buenos Aires, por la tradición que el gobernador formara parte, en calidad de anfitrión de los encuentros que solían realizarse en Mar del Plata. Este año, el actual jefe del Ejecutivo bonaerense, Axel Kicillof, declinó el convite, a pesar de que los organizadores habían incluido su nombre en el programa oficial.

En IDEA, Alberto Fernández llamó a recomponer el salario real y retó a los empresarios cuando pidió “no especular con los precios de la canasta básica”, pero prometió, al mismo tiempo, revisar la doble indemnización y la prohibición de despidos. La audiencia recibió con malos ojos los reproches, y se quedó con gusto a poco. No sólo esperan que se quiten esas medidas implementadas en la urgencia de la crisis por la pandemia, sino mejores “condiciones para la inversión”, con la baja de las “cargas” laborales y una reforma impositiva, temas sobre los cuales el primer mandatario evitó profundizar.

Ayer, la Vicepresidenta marcó la cancha en el camino de recomposición del vínculo con los empresarios que empezó a ensayar Alberto Fernández junto a Wado de Pedro y Máximo Kirchner. Con una impronta más combativa y vehemente en comparación con el tono del Presidente, en su efusivo discurso, que enfocó principalmente en el funcionamiento del capitalismo en la Argentina, reivindicó el rol del Estado como regulador de las relaciones productivas; citó una frase del Papa que describió al sistema de producción como una “locomotora desenfrenada”; y defendió “los derechos de los laburantes”.

Fue un cuestionamiento elíptico a los pedidos de una reforma laboral. “¿Saben qué? Minga. No es cierto, vamos, que los derechos de los laburantes sean los que generan la falta de trabajo. Es la concentración cada vez más horrorosa del capital”, dijo.Cristina Kirchner, ayer en el Encuentro Nacional de Jóvenes de La CámporaCristina Kirchner, ayer en el Encuentro Nacional de Jóvenes de La Cámpora

Sin embargo, el eje de su mensaje estuvo dirigido, como repitió en varias ocasiones, a pedir “una refundación, en la Argentina, del pacto entre los trabajadores y el capital”. “Necesitamos una vuelta a esa alianza virtuosa, donde el Estado tenga un rol preponderante que ayude a que la relación no se desbalance a favor de los más fuertes”, sostuvo. Fue un intento de recomposición, aunque con otro acento.

El viraje hacia el diálogo, aunque consensuado, se produce entre contradicciones que desconciertan al empresariado, y que, según el Gobierno, responden a las urgencias diarias de la economía. La más resonante fue el reciente e inesperado nombramiento del kirchnerista Roberto Feletti al frente de la Secretaría de Comercio Interior, y su posterior anuncio sobre la implementación de un congelamiento de precios en los alimentos y algunos productos esenciales. Lo cual provocó, una vez más, un fuerte malestar entre los dueños de las compañías.

Mientras tanto, los paños fríos que habían puesto al morigerar el cepo a la exportación de carne dieron lugar a un conflicto en torno al negocio del maíz. Aunque en el Gobierno buscaron relativizar el impacto en la producción de las recientes regulaciones a la agroexportación, no lograron evitar sumar opacidad al acercamiento.

Las disonancias no solo se registraron en el contenido de las políticas económicas de las últimas semanas, sino también en las formas. En el caso del coloquio IDEA, Alberto Fernández no sólo demoró la confirmación de su participación -avisó una vez que había terminado la primera de tres jornadas-, sino que el día en que estaba prevista su disertación llegó una hora tarde. Obligó así a los organizadores a “alargar” el cierre, que estaba previsto para las 13.30 y se produjo recién a las 15.

Los empresarios pasaron factura por las paradojas del intento de consenso. “Con llamados al diálogo no es suficiente”, sentenció el dueño de una de las empresas más importantes del país, en diálogo con Infobae. Para invertir como se les pide, esperan un plan que brinde certezas. Es decir, una hoja de ruta con cierto horizonte de estabilidad para calibrar las expectativas. Lo consideran un panorama poco probable, al menos hasta las elecciones generales y, también, después.

Hay poca esperanza sobre la posibilidad de que se imponga cierto orden luego del 14 de noviembre. Las diferencias de miradas en el Frente de Todos, que se desataron con más fuerza que nunca con el revés de las Primarias, provocan desconfianza en los hombres y mujeres de negocios. Hoy, nadie les asegura que después de las Generales habrá una agenda de acción económica unificada en el Gobierno.

(nota completa en infobae)

fuente: infobae