Y ayer dijimos que íbamos a tener un mes dedicados a los músicos italianos y el turno ahora es de Enrique Camerano, había nacido en Italia, un 8 de junio de 1908, que tenía el apodo de El Gitano, fue un compositor y violinista dedicado al género del tango que realizó su actividad profesional en Argentina, país en el que adquirió su ciudadanía. Estuvo 19 años integrando la orquesta de Osvaldo Pugliese e intervino en más de 200 grabaciones y se destacó por la calidad y técnica particular de sus interpretaciones.
No se tienen datos sobre la fecha en que llegó a la Argentina. En 1936 el gran Osvaldo Pugliese creó un sexteto que debutó en la famosa Avenida Corrientes, en el Germinal y que fue el punto de partida de su orquesta, que fue presentada en el café El Nacional el 11 de agosto de 1939, con la dirección de Pugliese desde el piano y Enrique Alessio, Osvaldo Ruggiero y Alberto Armengol en bandoneones, Enrique Camerano, Julio Carrasco y Jaime Tursky en violines, Aniceto Rossi en contrabajo y, como cantor, Amadeo Mandarino, orquesta que, aunque con los lógicos recambios, lo acompañó durante 55 años.
Pugliese desde el piano, Osvaldo Ruggiero desde el bandoneón, Aniceto Rossi desde el contrabajo y Camerano desde el violín; fundaron el estilo yumba o estilo Pugliese. Se trata de una forma determinada de marcación rítmica y, cada uno de ellos, aportó lo suyo desde su instrumento y desde su propia inventiva, dándole definitiva identidad al estilo de la orquesta.
Es mucho más que un simple capricho de marcar el primer y el tercer tiempo fuerte del compás, el segundo débil y apenas la insinuación del cuarto tiempo. ¡Mucho más! Staccatos (es un signo de articulación que indica que la nota se acorta respecto de su valor original y va separada de la nota que viene a continuación por un silencio) y rubatos (es un término musical que se utiliza para hacer referencia a la ligera aceleración o desaceleración del tiempo de una pieza a discreción del solista o del director de la orquesta con una finalidad expresiva) maravillosos, inventados en el momento mismo de la ejecución, imposibles de escribir, contrapuntos entre las cuerdas y los bandoneones o entre el piano conductor y los violines o fuelles y siempre, esa esencia pura del tango elaborado, pensado, orquestado en equipo con multiplicidad de ideas, en pos de un único objetivo, la estética musical.

Parte fundamental de todo aquello fue Camerano, a lo largo de 19 años, participando como solista en todas las grabaciones, siendo los primeros registros “El rodeo” y “Farol”, el 15 de julio de 1943; y sus dos últimas intervenciones en discos Odeón, con “Las tres banderas” y “Acquaforte”, el 23 de julio de 1958.
Luego, decidió retirarse de la actividad, a los 50 años, joven aún, por causas personales. Se radicó en la costa bonaerense, en Villa Gesell, y se dedicó al comercio de ropa de lana. Tenía mucho para dar seguramente pero, también, esa actitud dio paso a camadas nuevas y así descubrimos, por ejemplo, a Oscar Herrero, quien fue promovido a primer violinista en su lugar.
Intervino en más de doscientas grabaciones, donde podemos dimensionar los valores de este violinista particularmente inspirado; tal vez no tan virtuoso técnicamente como Elvino Vardaro, Enrique Francini o Simón Bajour, pero de condiciones artísticas innatas, de notable personalidad, de un refinamiento sonoro tan agradable al oído.
Traía consigo mismo una forma de tocar tan propia, de raigambre decareana sí, pero nada imitativa; él fundó su propia escuela. En algún libro de tango, he leído alguna vez que Simón Bajour dijo que Camerano tocaba con reminiscencias gitanas. Tal vez ahí, la clave de su sonido tan especial.
Entiendo que Bajour, quería significar, la forma de arrastrar las notas, pasando el mismo dedo sobre la cuerda al cambiar de nota, lo que da un sonido muy especial, una especie de portamento (en la guitarra se da cuando se desliza el dedo de un sonido a otro) hablando técnicamente. Ese recurso pasó a formar parte del propio estilo de la orquesta que, en los años 1970, intentó cambiar un poco Mauricio Marcelli, de formación clásica académica.
También he leído por ahí, que alguien dijo que Camerano nació para tocar en la orquesta de Pugliese; creo que es así, como otros violinistas se han identificado con otros estilos, haciéndonos pensar que, efectivamente, nacieron para tocar con determinado director por ejemplo Roberto Guisado con Carlos Di Sarli, David Díaz con Aníbal Troilo, Antonio Agri con Astor Piazzolla, Víctor Felice con Horacio Salgán, Enrique Francini con Miguel Caló, etc.
El violinista Ramiro Gallo, destacado músico de las nuevas generaciones del tango ferviente admirador de Camerano, nos regala estos conceptos enriquecedores, «Si hay algo por lo que buscaremos y justificaremos su memoria, será por su legado sonoro, sus grabaciones, su sonido, su estilo, y la marca imborrable que dejó en los músicos y en el público al que expresó con su violín de manera magistral y única. Entonces, pongamos atención a ese sonido y tratemos de entender su materia, de qué está hecho. Qué elementos técnicos sirvieron de vehículo para esas emociones tan profundas y tan particularmente expresadas.
«En primer lugar, diremos que dejó de lado por completo el virtuosismo entendido como pirotecnia. Su personalidad se inclina más hacia lo profundo, se aleja de lo efímero. El vehículo para esto, es su tono denso, lleno. Diríamos los músicos, un sonido gordo. Diríamos los violinistas que toca con bastante presión pero nunca ahogando el instrumento.
Es grande pero nunca estridente, siempre cálido. En los agudos no encuentra dificultad para entregar el mismo timbre profundo. Desde el punto de vista del sonido es el ideal de todo violinista, suena con las mejores cualidades en todo el registro. A estas características le suma un vibrato justo. Esto es, nunca suena demasiado rápido y nervioso, y tampoco es lento.

Podemos afirmar que es el exacto y más correcto para su tipo de sonido. Un sonido más estridente admitiría y quizás exigiría un vibrato más nervioso. Sin temor a exagerar, podemos hablar ya de perfección al enumerar estas dos cualidades combinadas. Tono y vibrato son las dos vías a través de las cuales se puede plasmar una personalidad.
«Sin embargo aún falta el detalle más peculiar, su forma de destacar las notas una por una. Esto se logra a través de una presión del arco sobre las cuerdas suavemente entrecortada, no uniforme. La separación nota por nota, no ocurre de forma brusca, sino con una permanente resonancia. Los dedos de la mano derecha presionan y levantan remarcando cada sonido. Es casi como hablar separando en sílabas, pero de una manera natural, no mecánica, donde cada nota tiene su momento de existencia, su propio énfasis.
Finalmente, diremos que en sus solos tiene una manera de exponer los contenidos siempre lógica y con un gran sentido de la forma. No entrega toda la energía desde el comienzo sino que la regula para descargarla en el momento preciso, donde la frase ha llegado al clímax. Se escucha un análisis previo y una ejecución pensada, meditada y lograda.
Una palabra aparte merece como líder de fila, al considerar que la cuerda de la orquesta sonó siempre con su sello personal. Esto es, su manera de sentir fue transmitida a todos los músicos cuerdistas, quienes expresaron con el mismo sentido del sonido, del timbre, y de la forma, convirtiéndose esta en sello distintivo del estilo todo de Pugliese, y sobreviviendo incluso luego del alejamiento de Camerano de su actividad en la orquesta. Este violinista falleció el 1 de junio de 1979.
Ing. Aldo Escobar
