Según un informe de la socióloga Roxana Laks y datos de la Dirección de Estadísticas de Tucumán, el 80% de los hogares tucumanos está endeudado, y la mayoría lo hace para cubrir necesidades básicas como alimentos y servicios. La causa principal es el desfasaje entre los ingresos y el costo de vida, que sigue en alza.
Un hogar tipo en la provincia, con dos adultos y dos hijos pequeños, necesita $942.991 mensuales para no ser considerado pobre. Si bien ese monto es menor al umbral nacional ($1.128.000), refleja la presión económica sobre las familias, que recurren cada vez más a créditos, tarjetas o préstamos personales.
Laks advierte sobre el regreso de la “nueva pobreza”, fenómeno que también se vivió en los 90. Afecta a sectores de clase media que, aunque conservan bienes como una casa o un auto, ya no pueden sostener su nivel de vida. Se trata de una pobreza por ingresos, que erosiona el consumo y la movilidad social ascendente.
La crisis impacta con más fuerza en personas de 30 a 44 años, en plena edad productiva y de crianza. Son quienes más sienten el agotamiento económico, y también el desgaste emocional. Según el estudio, la bronca y el cansancio aumentaron en el último año, mientras que la esperanza cayó un 10%.