En la tarde del 13 de Febrero de 2023, un meteoro de 1 metro de diámetro sobrevoló rasante los cielos del norte de Francia casi en la vertical del Canal de La Mancha, sin precipitarse ni causar daños materiales. Los habitantes del sur de Inglaterra también pudieron apreciarlo.

Se parece a un misil recién disparado, pero no es un artefacto militar, es un bólido extraterrestre sobre el cielo del bello país Galo desplazándose a 23.000 Km/hora e incinerándose en medio de una lluvia de partículas sin impactar en el suelo.
EL EPISODIO MÁS VIOLENTO
De la historia reciente, recordemos que la noche europea del 30 de Junio de 1.908 se presentaba apacible y serena. De pronto los cielos de Londres, Europa y Rusia resplandecieron como si hubiera nacido un nuevo sol; provenía de la lejana Siberia. Una detonación seguida de un fogonazo gigante sacudió y arrasó 2.000 Km 2 de bosques nativos, arrancando los árboles de raíz y esparciéndolos en una configuración radial (como los rayos de una bicicleta), ocurrió en Tunguska.

Un comité de expertos soviéticos llegó al lugar varios días después, no encontraron
radioactividad ni vestigios de hierro y níquel, por lo que concluyeron que fue un meteoro de gran porte que explotó en la baja atmósfera. Con los conocimientos actuales no se descarta un micro agujero negro o la llegada de antimateria.
Dependiendo del tamaño y la composición, estos cuerpos celestes pueden ser inocuos o muy peligrosos para la vida en el planeta Tierra. Los rocosos suelen alcanzar temperaturas de 3.000 °C y estallar en pequeños fragmentos que precipitarán en forma de polvo y cenizas. En cambio los metálicos ferro niquelosos, son más destructivos y tocan suelo con gran liberación de energía.

Los cuerpos que ingresan a la atmósfera a velocidades superiores a 48.000 Km/h, adquieren temperaturas de plasma y los átomos no pueden retener sus electrones y los expulsa, provocándose un fenómeno llamado emisión termoiónica, con lo cual el meteorito incinerándose adquiere carga positiva muy alta, generando una cortina de rayos de muy alta temperatura que desplaza el aire con una onda expansiva equivalente a una bomba nuclear. Esto genera vientos radiales desbastadores de 800 Km/h.
Nuestro Sistema Solar posee dos fuentes surtidoras de meteoritos, el Cinturón de Asteroides ubicado entre Marte y Júpiter fruto de un muy antiguo choque de planetas cuyos escombros no pudieron reagruparse por la escasa gravedad, y la otra fuente es el Cinturón de Kuiper junto a la Nube de Oort ubicada más allá de las fronteras del sistema solar, de donde provienen algunos cometas.

Los asteroides circulan a los “codazos” como jugadores de futbol desplazándose cuerpo a cuerpo, hasta que alguno sale de la órbita de gravedad dispersa. El 90 % los atraerá el gigante Júpiter y el resto migrará hacia las órbitas interiores cercanas al sol (Tierra, Venus, Mercurio).

La NASA y la Agencia Espacial Europea ESA, vigila los cuerpos fríos (que no reflejan luz)
mayores a 140 metros de diámetro situados hasta 20 veces la distancia Luna-Tierra, que se
consideran potencialmente peligrosos. Se estima que unos 200 asteroides anuales son para teneren cuenta.

La posibilidad de frenar un asteroide rocoso no metálico de 1 Km de diámetro por impacto
frontal de un misil de 4.000 Kg con una velocidad de 48.000 Km/h es despreciable, solo se podría reducir un 0,1% la velocidad del asteroide. Y si el choque es lateral apenas los desviaría un 0,002% de su trayectoria. Si el misil fuera nuclear, al no haber atmósfera, no se lograría una onda expansiva, disipándose toda la energía calórica con el agravante que parte de los desechos radioactivos volverían arrastrados a la tierra. La única posibilidad de desviar semejante masa rocosa, sería taladrar un orificio y provocar el estallido nuclear en su centro rompiéndolo en fracciones menores y alterar su dirección.

Esto sería un logro en su máxima expresión de la tecnología humana preservando los reinos vivos del Planeta Tierra.

Transcurridos 105 años de episodio de Tunguska, aún queda una elocuente cicatriz en el
epicentro de ese evento cósmico ocurrido a principios del siglo pasado.

Juan Carlos Luján
Investigador Área Química – CEDIA
Universidad Tecnológica Nacional– Facultad Regional Tucumán. jcquimica53@gmail.com


