La declaración jurada de Chiqui Tapia reveló datos sorprendentes sobre sus finanzas personales. El presidente de la AFA informó ingresos netos superiores a los $818 millones anuales, lo que equivale a unos $68 millones por mes. Sin embargo, a pesar de este flujo de dinero, aseguró bajo juramento que no poseía ahorros en efectivo ni cuentas bancarias, ni él ni su grupo familiar.
El desglose de sus ingresos mostró una relación llamativa entre el tiempo dedicado y la remuneración. Su principal empleador resultó ser la Conmebol, que le pagó cerca de $60 millones mensuales por su cargo de vicepresidente segundo. Lo curioso fue la dedicación declarada para este puesto: apenas 120 minutos semanales, lo que representó un pago de $7.500.000 por cada hora de trabajo.
En el ámbito público, Tapia reportó ingresos de $8 millones mensuales como presidente de la Ceamse, con una carga de 15 horas semanales. Además, los registros de Anses expusieron un potencial conflicto de intereses, ya que figuró también como empleado de Solbayres, una empresa privada de recolección de residuos, mientras encabezaba el ente estatal que regula esa actividad.
El patrimonio declarado contrastó con la falta de liquidez. Tapia informó la titularidad del 100% de siete propiedades gananciales, incluyendo una residencia en Beccar valuada en más de U$S 15,7 millones. También declaró vehículos de alta gama adquiridos con ingresos propios e intereses financieros por más de $130 millones, aunque sostuvo no tener dinero disponible.
