Un reciente informe del Banco Mundial alerta sobre el alto ausentismo y la creciente deserción escolar en Argentina, especialmente en sectores vulnerables. A pesar de que la cobertura de la educación obligatoria ha mejorado, un preocupante 58% de los niños vive en situación de pobreza, lo que afecta su acceso a la educación y, en consecuencia, su futuro académico.
El estudio titulado “Las trampas de la pobreza en Argentina” revela que los niños de los hogares más pobres tienen bajas tasas de asistencia a la educación temprana. Solo el 25% de los niños de estos hogares asiste a la escuela antes de los 4 años, en comparación con el 50% de los hogares más ricos. Además, los padres mencionan la falta de transporte, la distancia a las escuelas, los costos educativos y la inseguridad laboral como principales barreras para el acceso a la educación.
La situación se agrava en el ámbito de la educación secundaria. Aunque la escolarización es casi universal hasta los 15 años, las tasas de deserción alcanzan el 15% entre los jóvenes de 17 años, y esta cifra es significativamente mayor entre los hogares más pobres, donde solo el 45% se gradúa a tiempo. Estas cifras evidencian fallas en las estructuras de apoyo y en las condiciones sociales que afectan a muchos estudiantes.
El Banco Mundial sugiere que, para mejorar esta situación, es esencial incrementar la inversión en educación, salud y seguridad social. Sin embargo, el contexto macroeconómico actual y la reducción del gasto en educación complican la efectividad de los programas de protección social. La caída en el gasto de la secretaría de Educación es alarmante, con una reducción interanual del 56,1% en septiembre, lo que refuerza la necesidad urgente de acciones concretas para frenar la transmisión intergeneracional de la pobreza.



