ALFREDO de ANGELIS: “EL MAESTRO DE ADROGUÉ”

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Fue un músico de tango, que se destacó como director de orquesta y pianista, y también como compositor. Muy representativo del período conocido como la edad de oro, cuya fecha de nacimiento es un 2 de noviembre de 1912, en la zona de  Adrogué , en el sur de la provincia de Buenos Aires. Y de muy chico comenzó a aprender solfeo y armonía. Sus primeras actuaciones fueron acompañando al cantor Juan Giliberti, que anunciaba sus presentaciones con carteles que afirmaban que el propio Gardel lo había reconocido como su sucesor.
Vivió parte de su vida en Adrogué y otra en la cercana localidad de Banfield. Su pasión futbolera hizo mella en su aire de compositor y de tal suerte, nació en tango “El taladro”, dedicado al equipo de sus amores.  
Seguidamente, estudió piano con la profesora Aratti y en 1924, obtuvo su diploma de profesor de piano, teoría y solfeo. Terminó la secundaria en Banfield y trabajó como tenedor de libros en algunas casas de comercio.  
Pero como muchos de los músicos que se iniciaban entonces, De Angelis se empleó en una casa de música, sita en Corrientes y Montevideo, donde despuntaba el vicio del piano para estimular la venta de discos, partituras  e instrumentos.


Además de la tienda donde oficiaba de vendedor musical, De Angelis tuvo una posibilidad pianística como profesional en 1931. Al estar en el microcentro porteño ubicado como vendedor de música, tuvo contactos que le valieron la posibilidad de un contrato por ochenta pesos mensuales para sumarse como elemento estable en la academia de baile “Antonini” de la calle Suipacha, muy famosa en aquel entonces. Hacía dúos de piano con Benjamin Binstock, quien luego fuera un reputado médico cirujano.
En 1932, tuvo una importante tarea: la de reemplazar supletoriamente por dos meses al pianista Juan Polito en la orquesta del maestro Anselmo Aieta. Actuó junto al gran bandoneonista en el famoso palco del Café Germinal de la calle Corrientes, hasta que retornó el pianista titular.  
Luego, consiguió un puesto estable como pianista animador de películas mudas, en el Cine Maipú de Banfield. En 1933, se sumó al conjunto de “Santiaguito” en calidad de pianista, trabajando en un teatro de Lanús. En la compañía teatral de Santiaguito, el galán cantor era nada menos que Carlos Dante. De esa época, data el primer acompañamiento de Alfredo al gran cantante, que luego sería su gran amigo y también el símbolo cantoral de su orquesta, junto con el gran Julio Martel.  
Pero el plato fuerte vino en 1934, cuando fue llamado para ocupar la plaza de pianista en la orquesta del maestro Graciano De Leone, compositor magistral de la guardia vieja.
Un dato a tener en cuenta, su padre Virgilio, era hermanastro del gran pianista y compositor Samuel Castriota. Por esa sencilla razón, Alfredo sintió desde niño atracción por la música. Su tío concurría a la casa de Adrogué desfilando a veces con Pascual Contursi (dato que prueba la amistad de ambos y no la enemistad que se les adjudicaba en la tradición dogmática de los tangófilos), o con Belisario Roldán quien fuera padrino de Alfredo, o también con José Ricardo, José Razzano y Carlos Gardel, entre otras figuras que nuestro biografiado conoció en su infancia.  
A mediados de los años treinta, Alfredo De Angelis, ya era un curtido pianista en el ambiente del tango.  
En 1936, De Angelis reunió su primera orquesta conjuntamente con el excelente
bandoneonista Daniel Álvarez, quien había tocado varios años con el maestro Francisco Lomuto.
Álvarez compuso grandes tangos como “Mar de fondo”, “Aquel nocturno” y “Como se muere de amor”, que fuera con el tiempo, incorporado al repertorio de Alfredo De Angelis, luciéndose en el cantable, el genial Floreal Ruiz. 

La dupla De Angelis-Álvarez permaneció estable  en Buenos Aires hasta el año 1937.  En 1938, la dupla realizó una extensa gira que duró buena parte del año y que se extendió por varias provincias argentinas.  
En 1939, De Angelis se sumó a la orquesta del conocido director Francisco Lauro, alias “El Tano”, denominada “Los Mendocinos”, donde oficiaban de bandoneones el director y Juan Sánchez Gorio. Con esta agrupación trabajó en Radio Belgrano, y en los cafés “Germinal” y “Nacional”, de la calle Corrientes. También grabaron para la casa Víctor. Dos años estuvo De Angelis con el tano Lauro, hasta fines de 1940.  
De Angelis en el piano y dirección; Carlos Cubría, Eduardo Talián,  Guillermo Vilar y Alfredo Dafuncio en bandoneones; Alfredo Raúl Vilar, Wenceslao Cinosi, Alberto Cicero e Hipólito Carón en violines; y Hugo Besnatti en contrabajo, fueron el plantel de la primera orquesta dirigida integramente por Alfredo. Salvo excepciones claro, estos músicos estuvieron muchos años al lado del compositor de “El taladro”. (El gran periodista y dibujante del tango, Jorge Palacio Faruk, decía en la Revista Los Grandes del Tango N° 17 dedicada al maestro De Angelis, de donde tomamos varios de los datos expuestos, que la orquesta era una cooperativa).  
Desde muy joven integró diversas orquestas, hasta que formó la suya en 1940, debutando el 20 de marzo de 1941. De Angelis se caracterizó por el estilo bailable que impuso, y fue uno de los protagonistas del resurgimiento del tango en la década del 40 y del 50. Entre los cantantes que se desempeñaron en su orquesta, se destacaron Floreal Ruiz, Carlos Dante, Julio Martel, Oscar Larroca, Juan Carlos Godoy, Roberto Florio, Roberto Mancini, Lalo Martel, Julián Rosales entre otros.
Pero la irrupción del ritmo audaz y vertiginoso de Juan D’Arienzo, coloca nuevamente al tango en la preferencia de los jóvenes, que no sólo recuperaron el gusto por su danza, sino que también se lanzaron a recrearlo. Aparecieron entonces, cientos de orquestas y vocalistas, produciéndose el renacimiento del dos por cuatro y así, la maravillosa década del cuarenta.
El 1 de abril de 1946 la orquesta de Alfredo de Angelis dio inicio a todo un desafío al Glostora Tango Club por Radio El Mundo, un programa musical de quince minutos, con público en vivo, que se volvió el más popular de la radiofonía argentina manteniéndose 22 años en el aire, y en el que De Angelis se convirtió en su número principal.

Alfredo De Angelis se inscribe dentro del grupo de orquestas que pusieron el acento en el baile. Esto sin embargo no significa que carecieran de valor artístico, por el contrario, eran afiatadas, muy bien orquestadas y contaban con grandes músicos y vocalistas.
Nuestra elite intelectual siempre despreció lo popular, lo que prendía rápidamente en el gusto de la gente, porque no valorizaba, ni valoriza, el fenómeno sociocultural que significa la danza.
Siempre escuché decir sobre De Angelis que era una orquesta calesita, que sólo servía en el salón, que le faltaba creatividad. Supongo que el adjetivo hacía alusión, a la curiosa modalidad de los bailarines de recorrer el terreno girando ordenadamente alrededor del perímetro de la pista (como se sigue haciendo actualmente). Desde otra óptica, la crítica podía apuntar a la música fácil, elemental y rutinaria de las calesitas (carruseles).
De Angelis tuvo la belleza de un trabajo armonioso y sincronizado, del que resultaba un tango prolijo y sencillo, logrado con un eficaz manejo del ritmo y muy respetuoso de la melodía y del lucimiento del cantante.
Se dirá que el estilo era simple y la fórmula poco ambiciosa se repetía, pero hoy, a la distancia, me deleito escuchando sus grabaciones algunas de ellas antológicas. “Al pie de la Santa Cruz”, “La brisa”, “Ya estamos iguales” (con la voz de Carlos Dante), “Marioneta” (a cargo de Floreal Ruiz), “ Atenti pebeta ”, “Un tango y nada más”, “De igual a igual” (con Julio Martel).
De Angelis se caracterizó por haber elegido muy buenos cantores, basten como
ejemplo: Floreal Ruiz, Carlos Dante, Julio Martel, Oscar Larroca, Juan Carlos Godoy, Roberto Florio, Roberto Mancini, Lalo Martel, entre otros.
Es recién a partir de 1940 que forma su propia orquesta, debutando el 20 de marzo de 1941 en el café Marzotto de la calle Corrientes, con los vocalista Héctor Morea, quien es el único de sus cantores que no llega al disco.


Actúa en radio El Mundo, con las voces del referido Morea y de su nueva incorporación, Floreal Ruiz. Así llegamos al  Glostora Tango Club , mítico programa radial que se emitía diariamente y que estaba un ratito antes del más popular de los radioteatros: Los Pérez García.
Así, De Angelis adquirió fama y popularidad y no resultó extraño que el sello Odeon lo
incorporara en su elenco artístico, donde grabó 486 temas, desde el 23 de julio de 1943 al 21 de enero de 1977.
El caso de Carlos Dante es muy especial porque ya había sido un consagrado estribillista y llega a la orquesta en su plenitud, convirtiéndose en su mejor cantor, su sello distintivo.
Alfredo De Angelis fue en el cuarenta el propulsor de los dúos vocales. Recorriendo su
discografía se destacan en primer lugar el binomio Dante-Martel con sus perlas “Pregonera”, “Remolino” y “Pastora”, entre otros. Luego el dúo Dante-Larroca, después Juan Carlos Godoy con Lalo Martel y Roberto Mancini.

Fue artista del sello Odeón entre 1943 y 1977, estableciéndose como uno de los más prolíficos intérpretes de tango ligados a esa compañía, como también lo fueron Miguel Caló, Francisco Canaro y Osvaldo Pugliese.
Apegado a la tradición y con buenos resultados económicos su orquesta se inclinó a las melodías predispuestas para el baile.
En 1980 retornó a la actividad discográfica grabando en Microfon y luego en CBS, aunque en 1964 registró dos larga duración para el sello colombiano Fuentes, junto a sus ex
cantores Juan Carlos Godoy y Roberto Mancini.
“El maestro de Adrogué” fue un gran pianista y un director dueño de tonalidades propias, pero es importante también destacar que encontramos en él a un fértil compositor: “Pregonera”, “Alelí”, “La pastora”, “Mañanita linda” y “El taladro”, dedicado al club Banfield del cual era simpatizante, componen su legado. “El Colorado”, como también lo apodaban, dejó el mundo de los mortales un 31 de marzo de 1992 y sus restos fueron sepultados en el cementerio de la Chacarita.

Ing. Aldo Escobar