Llorando y sin generar incidentes, los familiares de Andrés Ledesma, el joven de 18 años asesinado en avenida Coronel Suárez al 1.000, esperaban que los peritos de la Policía terminaran de hacer su trabajo. No se preocupaban por saber qué había pasado. “Desde hace mucho tiempo que le decíamos lo mismo a su madre. Sabíamos que si no dejaba las drogas, terminaría con un tiro en la cabeza. Y eso es lo que ocurrió”, lamentó María Bustos, tía y madrina de la víctima.
Todavía no había amanecido en esa zona de Villa 9 de Julio y los vecinos se despertaron con el estrépito de dos disparos. Al salir a la calle, observaron a un joven tratando de ayudar a otro. Llorando, lo dejó y se llevó la moto en la que se desplazaban hacia su casa. Luego regresó para estar a la par de su compañero. Ahí fue aprehendido por la Policía.
El marido de Bustos, antes de partir para conseguir el servicio fúnebre, casi entre lágrimas dijo: “Este será el final de toda una generación si es que no se hace algo. Está todo muy complicado”.
“En nuestra familia sabemos lo que hizo mi cuñada para poderlo sacar de las drogas, pero no pudo porque el Estado no colabora. El tratamiento que le daban no era bueno. Y encima andaba con mala junta. Robando para drogarse. Y bueno, terminó mal”, dijo la madrina. “¿Cuántos chicos más tendrán que ser asesinados para que el Gobierno se dé cuenta de lo que pasa en las calles? Hay un montón de madres que no saben a dónde recurrir por la pesadilla que están viviendo. Ella hasta prefería que lo detengan, pero no fue así”, relató.
Al cierre de esta edición, personal de la división Homicidios, al mando de los comisarios Jorge Dib y Diego Bernachi, supervisados por la fiscala Adriana Giannoni, trataba de identificar al tirador. A la secuencia de cómo se había producido el crimen la tenían casi resuelta.
Cerca de las 6, un menor de edad que manejaba la motocicleta y Ledesma le habrían robado la cartera a una mujer trans en la zona de la Cruz Papal de Alderetes. De allí huyeron hacia la capital. Pero cuando intentaban escaparse, se dieron cuenta de que los estaban persiguiendo. Intentaron esconderse en el parque 9 de Julio y de allí tomaron la avenida Gobernador del Campo y, al llegar a la esquina de Coronel Suárez, doblaron hacia el norte. No llegaron a recorrer 200 metros y un vehículo de color negro realizó dos disparos en contra de ellos. Erraron uno, pero el otro impactó en la cabeza de Ledesma, quien murió en el acto. La víctima tenía la cartera que supuestamente habían sustraído en Alderetes.
En un principio los investigadores creían que el tirador podría ser un pariente de la mujer trans, pero al no tener precisiones del lugar donde se inició la persecución, no descartan que la víctima del robo haya avisado a sus “cuidadores” y que sean estos los que hayan decidido ir tras los motociclistas. Según denunciaron tiempo atrás referentes de la comunidad trans, para poder ejercer la prostitución, varias pagan hasta $500 semanales por protección. “Es una posibilidad. No descartamos nada”, dijo Giannoni.
“Sólo sentimos los disparos y observamos al otro chico queriéndolo ayudar. Nos dijo que le habían querido robar la moto. Después sospechamos cuando observamos que se llevaba la motocicleta”, sostuvo María del Carmen Heredia.
Soledad Pedraza, otra vecina, comentó: “después de los disparos se escuchó un auto arrancar a toda velocidad. No entendíamos nada porque el chico dio una versión poco creíble. Para colmo, a esa hora no había nadie en la calle que haya podido ver qué pasó”.