Alberto Gómez fue un popular cantante de tangos, compositor actor, que incursionó notablemente en la industria cinematográfica argentina junto a figuras eximias de la escena nacional como Tita Merello, Libertad Lamarque, Luis Sandrini, Azucena Maizani, Mercedes Simone, Alicia Vignoli, Domingo Sapelli, Nelo Cosimi, Perla Mux, Antonio Ber Ciani, entre otros.
Era hijo de Francisco Aducci y de Josefina Maurino, desde niño sintió influencia por el canto lírico que estudió desde muy joven, era aún adolescente cuando le encomendaron personajes centrales de Cavalleria Rusticana y de La Traviata, había nacido en Lomas de Zamora un 19 de Junio de 1904
Alberto Gómez fue un cantor impecable, muy popular a través de su participación en el cine argentino, dueño de una voz refinada y con registro de tenor, sin embargo su fama estuvo acotada al breve lapso de sus películas, a su época de cantor, el tiempo lo fue marginando lenta, pero implacablemente de la memoria popular, si bien Alberto Gómez grabó su repertorio mayoritariamente acompañado por excelentes guitarristas, también realizó muchas versiones acompañado por los músicos de la casa Víctor e inclusive tuvo destacada participación como estribillista de la Orquesta Típica Víctor y de Adolfo Carabelli, cantando estribillos con el seudónimo de Nico.
Fue cantor nacional, estribillista y solista, nunca cantor de orquesta, por el mismo hecho de estar ausente cuando esta condición se instituyó con las grandes orquestas, también hizo temas para el sello Odeón, la RCA Víctor y la compañía TK.
Cantó también acompañado por Pedro Maffia en 1959 por Radio Belgrano y en los discos TK, con quien presentó los tangos “Tinta verde”, “Orgullo tanguero”, “La mariposa”, “El Marne” y “Duelo criollo”, entre otros, Alberto tenía todo para ser primera figura, un registro brillante, una voz potente, un gusto delicado y un excelente repertorio.
También hizo interpretaciones de temas compuestos por autores mexicanos, como el bolero Traicionera, de Gonzalo Curiel, grabado en los años treinta o cuarenta, y la canción clásica mexicana La casita, una grabación realizada poco antes de su muerte, esta última composición se debe a Felipe Llera y el poeta potosino Manuel José Othón
Es cierto que buscó otros horizontes y también, como otros grandes solistas de la década del treinta, los años cuarenta lo encontraron recorriendo América Latina con un éxito extraordinario, al igual que Charlo, Agustín Irusta y Hugo Del Carril, fue embajador del tango en todo el continente.
Esta puede ser una explicación al misterio de su poca trascendencia artística, su ausencia del país en el renacimiento que significó la década cuarenta, prolífica en músicos y vocalistas es, a mi entender, la causante de tan lamentable olvido, pero lo cierto es que estamos frente a un artista excepcional que debe considerarse, por mérito propio, en la galería de los más grandes vocalistas del tango, junto con Carlos Gardel, Ignacio Corsini, Agustín Magaldi, Charlo y Agustín Irusta.
Fue el cantor preferido de Enrique Santos Discépolo para interpretar sus obras, “Alma del bandoneón” y “Soy un arlequín”, resultan insuperable. Al igual que Gardel no fue un improvisado sino un estudioso, desde niño sintió influencia por el canto lírico que estudió desde muy joven.

En 1927, comienza su carrera artística formando un dúo junto a su amigo Augusto Vila (Tito), actuaron como aficionados en cafés y teatros de Lomas de Zamora, su ciudad natal (región suburbana del Gran Buenos Aires), luego pasaron a los cines de la calle Corrientes, donde se unieron con el consagrado guitarrista Manuel Parada, con quien debutaron en la radio.
En el año 1933, interviene en la recordada película Tango, junto con otras grandes estrellas como Luis Sandrini, Libertad Lamarque, Azucena Maizani, Mercedes Simone y varios más en la cual participa como galán y como cantor, entre otras películas, en 1936 hace el rol protagónico de Juan Moreyra y, en 1952, en el film “Donde comienzan los pantanos”, su apodo, El Pingo de Lomas, fue puesto por el zorzal Carlos Gardel, con quien tuvo la oportunidad de trabajar tanto en cine como en el escenario.
A mediados de los años 30, es requerido por las empresas discográficas para actuar como solista, Gómez se niega, manteniendo su compromiso con Augusto Vila, al tiempo este renuncia al dúo, se convierte en manager y así, nace su etapa protagónica, algunos de sus temas fueron el vals “Raquel”, y los tangos “Ventarrón”, “Ahora no me conoces”, “El pensamiento”, “Como abrazao a un rencor”, “Carillón de la Merced”, “Garúa”, “Déjame, no quiero verte más”, “Volvió la princesita”, “Ausencia” (Vals, con la Orquesta Típica Victor, 1931), entre otros.
Hace innumerables giras por el exterior, comenzando por Uruguay, donde obtuvo un éxito consagratorio y también por Chile, Brasil, México, Colombia, Venezuela y Cuba, lugares donde fue una y otra vez a raíz del prestigio obtenido, toda esta labor la realizó entre los años 40 y 50, aunque siempre retornaba a Buenos Aires para cumplir compromisos en nuestro medio.
Como compositor le debemos los tangos, “Del tiempo de la morocha”, “Tolerancia”, “Que nadie se entere” grabado estupendamente por Francisco Canaro, “Cansancio” y su gran éxito “Que sea lo que Dios quiera” junto a su tema turfístico, “Milonga que peina canas”, su obra más recordada.

Fueron sus guitarristas más destacados, los ya citados Manuel Parada y Vicente Spina, Orlando Urruspuru, José María Aguilar, Reynaldo Baudino, Luis Iglesias, Alberto Remersaro y José Canet.
El éxito puede ser efímero, caprichoso, muchas veces inexplicable, y esto ocurría muy frecuentemente en el tango, donde nos cuesta entender el olvido o la trascendencia de sus protagonistas. Alberto Gómez falleció a los 68 años el 1 de mayo de 1973 en un hospital de la provincia de Buenos Aires, sus restos fueron velados en la calle Gallo al 700 de la Capital, y descansan en el Cementerio de la Chacarita.
Ing. Aldo O. Escobar
