Carlos Diez, uno de los destacados profesionales y docentes de Tucumán nació en Simoca. Chivo Valladares.
La voz ha visto el alba en El Jardín. Se ha amasado entre padres, hermanos y primos, que han regado con calidez y alegría ese paraje rural, a tres kilómetros de Simoca, habitado por sulkys y caballos, donde la magia del señor Tomas Edison tardará un tiempo en llegar. De manera que las velas iluminarán el destino de la voz de ese changuito. “Mi conexión con el mundo exterior siempre fue la radio, con la ventaja de poder escuchar como local a LV 11 Emisora Santiago del Estero y a las tucumanas LV7, LV12, LW3 y Nacional. Toda la vida fui un atento e imaginativo consumidor de los productos que proponía la radiodifusión de proximidad. Me daba placer tomar los moldes de los locutores y actores de radioteatro para expresarme con corrección. Creo que eso me sumó un fanatismo por la caligrafía prolija y una ortografía distinguida. En el campo, claro que todo era más complicado para abrirme a otras inquietudes artísticas. Hice la primaria en la escuela Josefa Díaz de Simoca. Era un clásico interpretar poesías alusivas, después algunas dramatizaciones teatralizadas o fragmentos musicales con vestuario”, evoca Carlos Diez, uno de los profesionales más destacados y queridos de la locución tucumanas.
– ¿Cómo era el ambiente cultural en el Simoca de entonces? ¿Cuánto te metejoneaste con el folclore?
– El gran núcleo de la cultura era la Biblioteca Ameghino, donde podíamos leer diarios, revistas y libros de consulta. Y por supuesto imaginar los ensayos del grupo de teatro, que abordaba clásicos como “Los árboles mueren de pie”, “La vida es sueño” o “Muerte de un viajante”. En un momento, Hugo Gramajo (padre) se hizo cargo de la formación actoral. Ya en la juventud integré una comisión de cultura ad honorem, donde me di el gusto de organizar con unos amigos la Primera Simoca Poética, cuyos anfitriones fueron María Elvira Juárez, Manuel Aldonate, Gustavo Geirola, Octavio Cejas y los jóvenes Joshela Scrimini, Mario Chara, Alejandro Carrizo. Respecto del folclore, desde siempre estuve y estoy en contacto con sus múltiples manifestaciones: el Abril de la Danza y su final en Simoca fue mi primer protagónico, conduciendo un evento folclórico provincial. Después vinieron los festivales de la Feria, del Sulky, Monteros, Tafí Viejo, el Universitario, el Pre Cosquín, el Pre Laborde, el ENIF y el Nacional de la Zamba, en el que llevo 34 años, ininterrumpidos como conductor.
– ¿Eras un empedernido radioescucha? ¿Qué tipo de programas te atraían? ¿Cuándo comenzó a atraerte la locución?
– Cuando niño gané una pequeña radio National con audífono en una rifa de la escuela 43 de El Jardín. Ese hecho me convirtió en oyente con decisión personal. De un amplio repertorio tengo recuerdos de los programas para despertar a la audiencia tipo “Arriba dormilones”, “La grúa y el trompo”, con Juancho Carabajal en LV11, los magazines de la mañana, los panoramas informativos, los radioteatros de la siesta, “Huellas de nuestra patria” y Fogoncito Criollo, de don Abraham Cancha; las transmisiones de todos los festivales folclóricos y los eventos deportivos. Mis comienzos en la locución se dieron con experimentaciones en una suerte de propaladora y todas las oportunidades de locución social y recreativa en Fonoemisión, de los hermanos Casmuz. Escribía pequeños libretos o parlamentos para todas las secuencias de bautismos, bodas, quinces y hasta el tan anhelado Club Social y nuestro baile anual de egresados.
– ¿Qué circunstancia determinó que eligieses la locución hasta que “la muerte te separe”? ¿Qué maestros recordás por las enseñanzas recibidas?
– El arte de la conversación me fue llevando a las profundidades de grandes temas, encendidas polémicas y extravagantes razonamientos. Interlocutores inimaginables que me abrieron las fronteras del pensamiento. Todo en primera persona potenciado con la riqueza de todas las voces, sus timbres, sus texturas y sus cadencias como significando este singular aprendizaje con grandes maestros de la vida y la profesión. Tuve la fortuna de ver en acción, en la plenitud de su pensamiento a legendarios, a trascendentes y a exitosos de la locución. A todos les agradezco la exposición de su quehacer, de ellos se nutrió mi personalidad profesional.
– La docencia ocupa un espacio destacado en tu vida, ¿qué satisfacciones te brinda?
– A pesar de una temprana decisión de no ser docente, a raíz del destrato, los padecimientos y las amarguras de mis maestros, llegué a la docencia de la mano de Adrián Lomello, director de Radio Nacional, que me invita a formar parte de la creación de la carrera de Locución Nacional en la Unsta y del profesor Lucio Reales, director de la Comercio Nº 3, que me propone armar unproyecto de radio escolar y hacerme cargo de la formación de quienes harían la Radio de la Patria. El proyecto fue aprobado por el Ministerio de la Nación y contó con el padrinazgo de Alejandro Romay y Castelar Salvador Martoni. Estos espacios confirieron a mi vida una obligación suplementaria: estar al tanto de lo que ocurriera en los medios, ejercitando un espíritu crítico que supere al gusto personal, interprete la intención de las propuestas y valore el quehacer de los que lo llevan a cabo. Las vanguardias suelen en su desarrollo malograr el proyecto original y todo ese análisis sirve para diseñar a conciencia con mayor prolijidad y estudio el modo en que planificamos nuestro programa o toda la programación del medio.
– ¿Qué experiencia te dejó haber sido director de Cultura de Simoca?
– Significó algo más que la distinción que el cargo simboliza. En el encuentro del recuerdo de las movidas culturales de mi pueblo, mis consumos, mi formación y las tendencias de la época, podría estar la respuesta de un hoy y un ahora, muy complicado por la estrechez presupuestaria y una política cultural abocada a resolver y gastar en la capital tucumana todo. Aun así, nuestra estrategia de formar público en talleres de distintas disciplinas, dio sus frutos. Muchos de nuestros ex alumnos están en el Conservatorio, en escuelas de arte, integran grupos de danza, emprendieron con artesanías, en fin definieron sus vocaciones o reconocieron sus talentos. Propiciamos encuentros de colectivos artísticos en nuestro suelo, gestionamos la visita de notables para actuar junto a nuestras promesas.
Jerarquizamos nuestra gran Fiesta Nacional de la Feria, privilegiando a los intérpretes tucumanos, con repertorio tucumano o que hable de Tucumán; otorgamos un destacado espacio a la danza folclórica, dotándola de un nuevo escenario; recuperamos la figura del libretista que confirió sentido y propiedad a los parlamentos de los animadores. Se concretó la edición del CD “Encantados en Simoca”, la publicación del libro “300 años de la feria de Simoca”; se oficializó el poncho simoqueño; se impuso el nombre de Mercedes Sosa al predio de la fiesta de la feria y se concedió el título de embajador cultural permanente a Manu Sija.
– ¿De dónde viene tu parentesco con el Chivo Valladares? ¿Qué recuerdos tenés de él?
– Mi abuelo paterno Miguel Diez Pacin era primo de don Delfín Valladares Pacin, padre del Chivo y de Leda Valladares, de ese modo mi padre Alfredo Carlos Diez genealógicamente está vinculado con estas personalidades de la cultura nacional. Mis contactos con el Chivo Valladares han sido escasos, pero me permitieron verificar la profundidad de su pensamiento. Cuando acompañaba a Poldy Abatte en el programa “Nativoamérica” por ATS, íbamos rumbo al canal y Poldy le dice: “qué bueno, Chivito, que se acuerden de vos” (a propósito de una distinción que le entregaría el Congreso de la Nación), y él respondió: “lástima que se acuerdan, cuando yo ya me olvido de todo”
En qué cambió la radio de tus comienzos respecto de la actual? ¿Cuál es la impronta de tus programas?
– Mis comienzos en la radio tenían la pasión encendida por los legendarios, por los que de verdad habían sido de los planteles fundadores o habían estado en contacto con ellos. Gente que enaltecía el medio, construía con responsabilidad y equilibrio un mensaje que pudiera contribuir al crecimiento de la sociedad en su conjunto. Todavía existían los libretos y las noticias redactadas a máquina con tres copias en carbónico. También de teletipos con papel en rollos y partes de prensa de medio mundo con las célebres “gacetillas” y su ruego de difusión. Cada quién hacía lo suyo, de manera eficiente y consciente de cómo debía ser el resultado final. Una radio artesanal con “tortas” en cinta abierta, casetes de punta, doble caseteras y bandejas giradiscos. Operadores que nos hacían respirar como un arquero en las penales. El recambio tecnológico y la digitalización trajeron modos nuevos y el intento de hacer radio unipersonal para abaratar costos. Se fragmentaron los liderazgos de pocas emisoras, aparecieron frecuencias habitadas por una señal, con la pretensión de convertirse en una estación de radio. Un caos bajo el rótulo de “zona de conflicto” que sobrevive con más frecuencias ocupadas, cada año que pasa. En mis propuestas, busco hacer conocer a los que quedaron escindidos de la maquinaria de difusión, todos los hacedores de la cultura, del pensamiento, alguna propuesta innovadora, visitas, personajes imperdibles, etcétera. Ellos contribuyen a ponerle color a nuestros días de radio. De algún modo existe el propósito que podamos tratar lo esencial de los temas que se plantean desde un abordaje amable y original.
– ¿Cuál es el abecé de un locutor? ¿Qué es la radio para vos?
– Después de responder satisfactoriamente a las variables que construyen un locutor profesional, lo más valioso, con seguridad, es la autenticidad, el compromiso y la responsabilidad con la que se manifiesta esa personalidad. La radio es un inabarcable recinto sonoro, donde la libertad convierte nuestra imaginación en sueños colectivos.
Una trayectoria
Nacido en El Jardín (Simoca) en 1956, Carlos Francisco Antonio Diez es locutor estable de Radio Nacional Tucumán desde 1989. Se desempeña también como profesor titular de la cátedra Práctica Integral de Radio en la carrera Locución Nacional (Unsta) desde 1994; y profesor de Información y Comunicación y de Publicidad y Mercado en la Escuela de la Patria (Comercio 3) de Tucumán. Fue vicepresidente de la Sociedad Argentina de Escritores de Tucumán y es conductor del programa UTN TV (Canal 8 – Telefe Tucumán). Obtuvo los premios “Gendarmería Nacional” y “San José”. Conduce actualmente el programa “Entretanto”, que se emite por LRA 15 Radio Nacional Mercedes Sosa.
Fuente: La Gaceta