La historia criminal de Tucumán escribió un nuevo capítulo que conectó el pasado con el presente. Una investigación judicial reveló que los clanes Ale y Gardelitos compartieron un destino común a pesar de su enemistad histórica. Rubén “La Chancha” Ale y Ángel “El Mono” Ale recibieron condenas por lavado de activos años atrás. Ahora, Walter “Petiso David” Lobos y su familia enfrentaron una acusación similar impulsada por la Justicia Federal. El origen de la rivalidad entre ambos grupos, que data de hace 40 años, estuvo vinculado al control de la comercialización de drogas según las nuevas hipótesis.
El origen de la guerra
La disputa comenzó en la década del 80. Los Ale dominaban el Mercado de Abasto y los Gardelitos eran conocidos por delitos contra la propiedad. Sin embargo, el narcotráfico emergente los enfrentó violentamente. El conflicto dejó un saldo trágico el 31 de diciembre de 1986. Dos integrantes de los Gardelitos murieron acribillados por los hermanos Ale en un episodio que marcó al hampa local. La intervención del grupo parapolicial Comando Atila, liderado por Mario “Malevo” Ferreyra, complicó aún más el escenario de esa época.
La caída de los Ale
El caso de María de los Ángeles Verón resultó clave para desmantelar la estructura de los Ale. La denuncia de Susana Trimarco permitió que los fiscales Pablo Camuña y Agustín Chit investigaran a fondo. La Justicia determinó que los hermanos lideraban una asociación ilícita que blanqueó 39 millones de pesos entre 2002 y 2013. El Tribunal Oral Federal los condenó a 10 años de prisión en 2016. Los jueces consideraron probado que el dinero provenía de la trata de personas, el narcotráfico y otros delitos graves.
La investigación contra “Petiso David”
El fiscal Chit apuntó recientemente contra los herederos de la otra facción. Walter “Petiso David” Lobos quedó en la mira por exhibir una vida de lujos en redes sociales sin tener empleo formal. El Ministerio Público detectó que el sospechoso acumuló ocho causas por drogas en distintas provincias. La investigación estimó que la organización ingresó al sistema financiero unos 500 millones de pesos. Lobos habría utilizado a su esposa, su ex pareja, sus hijos y su madre como testaferros para lavar el dinero sucio.


