La irrupción inesperada
Un episodio insólito y estremecedor sacudió a Villa Carmela, Yerba Buena. Un joven de 22 años apareció vivo en medio de su propio velorio, lo que provocó gritos, llantos y una confusión generalizada. Con apenas dos palabras –“estoy vivo”–, transformó lo que parecía una tragedia confirmada. Ahora la Justicia intenta establecer quién era en realidad la persona fallecida.
El inicio de la confusión
El caso comenzó en la madrugada del 18 de septiembre, cuando un muchacho murió tras arrojarse bajo un camión cañero en el Puente Negro, la ruta alternativa que conecta Alderetes. Una mujer de Villa Carmela se presentó en la comisaría y afirmó que el cuerpo hallado era el de su hijo. Según informó el jefe de la Unidad Regional Este, Carlos Daniel Ruiz, ella lo identificó y la Justicia autorizó la entrega del cadáver a la familia.
El velorio que se volvió caos
La familia organizó el velorio en su casa. Sin embargo, en plena ceremonia, el joven al que todos creían muerto entró al lugar y aseguró estar vivo. “Hubo un lío tremendo. Muchos se espantaron, otros gritaron y lloraron. La verdad es que quedamos helados”, relató una vecina. Los presentes llamaron a la comisaría de Villa Carmela, y el fiscal Carlos Sale ordenó entrevistarlo. En su declaración, el muchacho dijo que había estado en Alderetes consumiendo drogas, y que desconocía que su familia lo había dado por muerto.
La investigación judicial
La Justicia trasladó el cuerpo entregado por error a la Morgue Judicial, donde sigue sin identificar después de más de tres días. El fiscal Sale investiga no solo la identidad del verdadero fallecido, sino también el procedimiento de reconocimiento que derivó en el equívoco. Además, analiza posibles responsabilidades por la entrega equivocada del cadáver.
Repercusiones sociales
Vecinos de la zona señalaron que este hecho refleja un problema social más profundo. “Es la realidad de muchas madres con hijos adictos. Se van de la casa y no vuelven. Una nunca sabe si están vivos o muertos”, contó una mujer de Villa Carmela. Por lo tanto, el episodio dejó al descubierto la fragilidad de familias atravesadas por la adicción y las fallas del sistema para verificar identidades en situaciones trágicas.
La incógnita que todavía persiste es clara: ¿quién era el muerto?


