
Hace 50 años, en un modesto galpón de Alta Gracia, Córdoba, Hugo Pugliese, con espíritu emprendedor, creó una de las golosinas más emblemáticas de Argentina: “la gallinita”. Esta pequeña figura de gallina, rellena de almíbar frutal y asentada sobre un vaso de oblea, se convirtió en un símbolo nostálgico para quienes crecieron en las décadas del setenta y ochenta.
El proyecto comenzó en el fondo de la casa de Pugliese y Elisa Ramírez, quienes, con perseverancia y muchas pruebas, empezaron a producir artesanalmente estas golosinas. Las primeras pruebas de mielcitas, un antecedente a las gallinitas, utilizaron miel real, pero luego se optó por una mezcla de glucosa para mejorar la apariencia y consistencia.
Gracias a su dedicación, Pugliese logró fabricar hasta 50 mil gallinitas por día. Su innovación y esfuerzo permitieron que estas golosinas se distribuyeran por toda Argentina, desde Buenos Aires hasta las cataratas del Iguazú.
A pesar de enfrentar desafíos económicos, incluyendo la crisis de 2001 que forzó la venta de la fábrica, “la gallinita” no desapareció. Otros emprendedores tomaron la posta, manteniendo vivo este dulce recuerdo para las nuevas generaciones.
Hoy, a sus 80 años, Hugo Pugliese reflexiona sobre su trayectoria con orgullo, recordando cómo su perseverancia y creatividad dieron vida a un producto que sigue conquistando paladares en todo el país.


